Candelaria Rodríguez Sosa
¿Se rompió el encanto en la CDMX?
En una cena celebrada al final de un taller en el 2011 para responsables de oficinas de comunicación de la estructura gubernamental en Chiapas, con compañeras provenientes del Distrito Federal, expertas en el tema, sostuvimos una rica charla de diversos tópicos de la vida política en México, pero un tema que nos hizo discutir y a la vez, logro ubicarse como un tema serio y central y con muchas posibilidades en ese tiempo de que fuera cierto.
Ellas, viviendo en una de las ciudades más importantes de este país, como es ahora la Ciudad de México (CDMX), antes Distrito Federal, aseguraban que la violencia registrada en otras entidades no lograba contaminar a la capital del país, y ellas, defensoras de los gobernantes en turno de la época, defendían el papel de Marcelo Ebrad, de extracción perredista a quienes le daban todo el crédito de mantener la paz, basado en su “buena administración.”
Administración que obviamente tuvo excelentes resultados, en el marco de una paz que no lograba romperse salvo por los asaltos del fuero común, nada que no estuviera ocurriendo en oras entidades del país, como el pan nuestro de cada día, salgo la agresiva violencia de la delincuencia organizada y narcotráfico que no tiene parangón en este país con los resultados que se ya se conocen.
Aunque fue nombrado el mejor alcalde del mundo en el 2010, entregado por la asociación Internacional World Mayor, reconociendo en el 2012, antes de concluir su periodo que la Ciudad de México, era la megalópolis más segura, señalando entonces que de cada 100 casos que se presentaban en el DF se resolvían 52, y auguró que había condiciones para que el actual jefe de gobierno mantuviera esa paz y seguridad.
Bien, regresando a las compañeras, que se desgarraban las vestiduras por defender el proyecto de la izquierda, con la cual, no tengo nada en contra, porque considero que quienes defienden las causas justas de la sociedad, merecen ser reconocidos/as y que pongan su expertis en los espacios ganados para apostar a los cambios, no obstante, el alago a Ebrad era tal que para esas personas no había nada que empañara su mandato, y reitero, no buscaba evidenciar un gobierno donde estaba tan lejos, y desconocía de fondo los mecanismos de su maquinaria administrativa para mantener contentos/as a la urbe del DF, con más de 8 millones de habitantes, ese esas fechas, pero si ponía a consideración mi pensar.
Y entonces me atreví a sostener, que la paz en el DF estaba supeditada, en una parte a la buena labor del gobierno defeño, pero en una gran parte, porque los señores del narcotráfico tenían, en la CDMX a sus familias y quereres. Eso era y es un punto importante, para pensar, como una hipótesis de porqué el narco no aparecía con su violencia en una de las urbes mas importantes de este país y de otros. Entonces, queda la duda, si Ebrad dejo hacer, dejo pasar, para mantener la paz. Pienso humildemente, dejo ir y venir en trasiego de la droga al interior de la ciudad, donde las complicidades hoy surgirán a borbotones.
Claro, más allá de la simulación que hoy se pone al descubierto, si las autoridades hacen una investigación de donde están o estaban los familiares de los grandes, medianos y pequeños narcotraficantes desde la época en que Felipe Calderón les declaro la guerra al narcotráfico, hoy involucrados con sus motonetas, también evitaban la violencia, como un pacto establecido, no solo porque la justicia haría su papel, sino porque como Vito Corleone, cuidaban a sus hijos/as. Desde cuando esta ocurriendo esto.
Ese análisis cimbró a las compañeras del DF, que hoy con lo que esta ocurriendo, pone al descubierto mucho de lo aquí mal pensado. Lo digo así, de manera coloquial, en virtud que Mancera defenderá su verdad, toda vez que ha caído en contradicciones en sus comentarios.
Que quiero sostener, que el DF hoy CDMX, siendo la capital de nuestro país, se mantuvo a salvo de la presencia evidente del narcotráfico, y digo evidente, porque las autoridades siguen pensando que engañan a la ciudadanía, hoy involucrada debido a la pobreza, al vicio, a las adicciones, en cualesquiera de esas modalidades, pero a final de cuentas inmersa en una situación que el gobierno de Mancera y Enrique Peña Nieto tienen que entrarle en serio para desactivar, porque son más de 8 millones de personas las que cobija la urbe más importante de este país.
Y con ello, se termina el idilio de una paz superflua, detenida por alfileres, que hoy apareció y estallo violento.