Al Son del Texto

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Tina Rodríguez

En éste nuestro Chiapas pasa de todo y no tenemos pronunciamientos de nadie, sean partidos, sean organizaciones sociales, de derechos humanos, menos del gobierno.
Una entidad con tantos rezagos sociales no puede estar en la senda de nada que no sea resolver esos pendientes, tan tremendos de pobreza que conlleva a otros factores o flagelos que derivan de ésta.
El último dato que tenemos es que la pobreza se incrementó en dos millones de personas entre 2012 y 2014; en este último año fue cuando empezó la deriva petrolera que generó la crisis mundial en ese sector, y desde luego impactó a México, y desde luego los presupuestos en todos sus órdenes incluyendo el de las entidades.
Aún con eso, la entidad fue de las tres que merecieron un pequeño aporte más con relación al año pasado, pero arrastra deudas enormes derivadas de créditos que se tienen que cumplir, y que según representan cuatro millones de pesos diarios, es decir, mil 460 millones de pesos al año.
La pobreza se mide en índices de nutrición, agua potable, vivienda, educación, atención de la salud, seguridad social, calidad y servicios básicos en el hogar, ingresos y estabilidad social; esa es la medida común.
Pero esas medidas no incluyen la zozobra, el estrés, la descomposición social que genera en la disolución de familias, la migración, delincuencia, deserción escolar, y le podemos agregar tantos parámetros derivados.
Por ejemplo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social comprende la pobreza en cuatro niveles: moderada, relativa, absoluta y extrema, referencias que han generado acalorados debates sobre la metodología de los estudios sobre la pobreza que aplica ese organismo, que es de los dados a indicar que la pobreza a “ha bajado tanto por ciento en…” y detalla los porcentajes en cada rubro, como si se tratara de objetos.
Obvio es que de Chiapas no tenemos datos oficiales; hay cálculos de estudios serios que indican lo mismo que en el escenario nacional: la pobreza se ha incrementado en el presente sexenio.
Dado el cómo están las finanzas, la cobertura de programas, la resonancia de eventos, es posible que la pobreza en la entidad haya crecido.
Por eso llama la atención el silencio de los órganos políticos y sociales; el que esos “adelantados” no digan nada de lo que sucede y se vive, como si no pasara nada cuando pasa a diario en cada casa sin nada.
Eso se parece tanto la autocensura como a la indiferencia.

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