Temen UE y OTAN por el futuro de las relaciones con Trump

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Paris, Francia l Después del terremoto provocado en junio pasado por el Brexit, la victoria de Donald Trump terminó de desestabilizar a la Unión Europea (UE).
Los dirigentes de Bruselas tienen la sensación de que las relaciones con Estados Unidos han ingresado en un agujero negro y por el momento, no son capaces de imaginar las consecuencias que puede tener, la llegada a la Casa Blanca de un hombre que parece dispuesto a adoptar una política aislacionista y como sugirió sutilmente la canciller alemana Angela Merkel tampoco comparte todos los valores europeos.
“Es un desafío sin precedentes para Europa. Sus valores son totalmente opuestos a los nuestros”, afirmó con más claridad el alemán Martin Shulz, presidente del Parlamento europeo.
Debilitada por el crecimiento del euroescepticismo en varios países, las tensiones creadas por la ola migratoria y la presión de Gobiernos hostiles a la autoridad de Bruselas especialmente en Polonia y Hungría, este nuevo golpe sumergió a la UE en un océano de desconcierto e incertidumbre.
Es por esa razón que la italiana Federica Mongherini, responsable de la diplomacia de la UE, invitó a los cancilleres europeos a Bruselas para una cena informal extraordinaria el domingo, que será seguida el lunes por una reunión ordinaria de ministros. Ambos cónclaves estarán consagrados a examinar los resultados de la elección y esbozar el futuro de la cooperación con Donald Trump.
La posición europea, de hecho, fue definida por Angela Merkel el miércoles último, apenas conocidos los resultados. La canciller alemana expuso que esa cooperación deberá basarse en los “valores comunes”. La frase estaba limitada a las relaciones entre Alemania y Estados Unidos, pero todo el mundo comprendió que hablaba en nombre de toda Europa.
En una clara alusión a los excesos verbales de Trump durante la campaña, precisó que esos valores comunes son “la democracia, la libertad, el respeto del derecho y de la dignidad humana, cualesquiera sean el origen, el color de la piel, la religión, el sexo, la orientación sexual o las opiniones políticas”.
Además de esos temores, la UE no oculta su inquietud frente al riesgo que representan otras promesas electorales de Trump. En primer lugar, sus ideas proteccionistas plantean un serio interrogante para el futuro de las relaciones con Estados Unidos, primer cliente comercial de Europa. Si cumple sus promesas, la primera víctima será el Tratado de Libre Comercio entre ambas orillas del Atlántico (conocido como TTIP), que se encuentra en estado de muerte clínica.
Después de la invitación lanzada el miércoles por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la responsable de Política Regional, Corina Cretu, anunció ayer que propondrá a Trump realizar una visita a Bruselas para preparar relaciones bilaterales 2016-2020.
Desde la anexión de Crimea y la injerencia rusa en el este de Ucrania, en 2014, Estados Unidos y Europa habían actuado en forma coordinada y armónica, para adoptar sanciones económicas contra el Kremlin. Ahora, Bruselas teme quedar al margen y ridiculizada si prospera el deshielo que parece insinuarse entre Trump y el líder ruso Vladimir Putin.
El eventual acercamiento entre la Casa Blanca y el Kremlin también puede dejar aislada a Europa en la crisis Siria, en la guerra contra el yihadismo del Estado Islámico (EI) y el explosivo caso turco. Trump postula “no meterse” en Turquía, mientras que los europeos parecen cada vez más alarmados por el giro dictatorial que adoptó el presidente turco Recep Yayyip Erdogan.
Por último, en el cuartel general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en otro extremo de Bruselas, es palpable el nerviosismo creado por la amenaza de Trump de retirar toda ayuda a la defensa de Europa. Durante la campaña, el candidato republicano insinuó que Estados Unidos dejará de acudir en ayuda de un aliado europeo en caso de ataque, como estipula el artículo 5 del tratado de la OTAN.
Esa inquietante situación constituirá el núcleo de las deliberaciones que mantendrán los cancilleres de la OTAN en Bruselas el 6 y 7 de diciembre.
Para la diplomacia europea, esa reunión permitirá conocer la posición de fondo del presidente electo, despojada de la demagogia propia de la campaña. Esa esperanza es lo que permitió a Federica Mogherini afirmar en un tweet que “los vínculos entre Estados Unidos y Europa, son más profundos que cualquier cambio político”.

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