Ciudad de México l La incidencia o no del uso de drogas y otros estimulantes en la creatividad y los procesos artísticos es el tema general del Seminario de fomento a la lectura “Estados alterados: Una reflexión sobre arte, literatura y drogas”, que se efectuará los días 11 y 12 de octubre, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).
Organizado por el Programa Universo de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con el Museo Universitario del Chopo, este encuentro, en su tercera versión, reunirá a especialistas en diferentes disciplinas, artistas y escritores para reflexionar y debatir sobre aquel asunto, a partir del análisis de obras emblemáticas de todos los tiempos y campos.
El encuentro está dividido en cuatro ejes temáticos que serán tratados en sendas mesas redondas, dos por día. En la inaugural, el 11 de octubre, denominada Éxtasis: Los viajes del cerebro, se analizarán los efectos de las drogas desde el punto de vista biológico y psicológico.
De forma posterior, se abordará el movimiento artístico del surrealismo en la mesa Imágenes y sueños: Los surrealistas.
El segundo día, en tanto, habrá una mesa dedicada a la Generación Beat, movimiento abanderado por escritores y artistas que conformaron una vanguardia cultural que mostraba abiertamente su rechazo contra el llamado sueño americano. La última sesión lleva por título El club de los 27 y en ella se tratarán los casos de figuras fundamentales del rock, como Janis Joplin, Jim Morrison y Jimi Hendrix, que murieron a los 27 años de edad, a consecuencia de sobredosis.
De acuerdo con José Luis Paredes Pacho, director del museo del Chopo, el de las drogas y otros estimulantes es un tema delicado en el que privan los clichés, los mitos y mucha desinformación, por lo cual debe ser abordado de manera rigurosa y con profunda responsabilidad.
“La relación entre las drogas y la creatividad es un tema polémico y muy viejo. Resulta muy interesante que aquí (en el encuentro) se abordará desde perspectivas inteligentes y muy diversas, lo mismo la antropología que la psicología, el cine que la literatura, la música que la crítica”, explica en entrevista el también músico e investigador.
Desde su experiencia como baterista en La Maldita Vecindad, una de las más famosas y reconocidas agrupaciones en México a finales de los años 80 y 90 del siglo pasado, aclara como ejemplo que la asociación del rock con las drogas responde a un cliché y una postura autoritaria y de estigmatización de las expresiones culturales juveniles.
“Cuando yo tocaba, solía decir que la diferencia entre roqueros y otros creadores, e incluso entre políticos y personas de otras profesiones, no era que los roqueros usaran las drogas, sino que cuando las consumían lo decían o inclusive escribían sobre ellas. Pero las drogas están en todos lados, aunque los políticos lo ocultan. Entonces es un cliché, como lo es también esa famosa frase de sexo, drogas y rocanrol”, dice.
“Conozco muchos roqueros no necesariamente famosos a los que el uso y probablemente abuso del alcohol no les potenciaba su talento, sino por el contrario. Hay roqueros que son muy talentosos a pesar de sus adicciones, lo cual tampoco es una generalización”.