Ciudad de México l Debido al surgimiento y desarrollo de los modos de lectura en pantalla, en México se lee mucho más que hace 30 o 40 años, a pesar del cierre de editoriales y la baja en la circulación de periódicos y revistas, señaló Néstor García Canclini, investigador de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante la presentación del libro Hacia una antropología de los lectores, el académico comentó que luego de descubrir la ampliación del público lector a partir de la generación de diferentes hábitos de lectura con las nuevas plataformas y formatos digitales de revistas, cómics o correos electrónicos, decidió emprender un análisis minucioso de lo que sucedía con esos lectores, trabajo en el que participaron otros 15 expertos.
En el libro realizamos una aproximación a los procesos de lectura en papel y en pantalla, algo distinto a la información ya registrada en investigaciones previas de este tipo, puesto que varias encuestas y estudios históricos consideraban exclusivamente la lectura en papel, subrayó el académico del Departamento de Antropología.
Como no existía un registro de lo que se lee en computadora, celular, tabletas u otros aparatos electrónicos, sobre cómo, cuándo y para qué se busca información, quisimos entender los hábitos y para ello seleccionamos a varios lectores, a quienes solicitamos elaborar sus biografías lectoras y diarios de lectura, refirió García Canclini.
La investigación, detalló el catedrático, se interesó por dos comportamientos lectores de tipo social, en especial los grupos de lectura y las ferias del libro; encontramos que aparentemente declina la compra de libros, pero crece el interés juvenil por leer y promover la lectura.
Rosalía Winocur Iparraguirre, profesora-investigadora del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM Unidad Xochimilco y coautora del libro, comentó que en el texto se desarrolla una confrontación de datos obtenidos de encuestas y estudios sobre las prácticas lectoras que dejaban fuera las contemporáneas.
A partir de cuatro líneas de investigación, el texto se enfocó en la experiencia subjetiva de la lectura, que incluye lo que no se reconoce como leer: por ejemplo, muchos estudiantes universitarios no consideraban como tal el hecho de leer copias; es decir, valoraban demasiado el libro.
La lectura tradicional en el libro impreso representa un proceso profundo y concentrado, en tanto que los modernos soportes de texto, que los jóvenes se han apropiado mejor, son concebidos como parte de lecturas fragmentarias o dispersas, de ahí la idea errónea sobre la inexistencia actual de lectores.
Hay que entender las nuevas prácticas desde un lugar que no es el tradicional, sino del que denominamos el espacio biográfico; es decir, el lugar del relato narcisista en las redes sociales, donde se comparte la noción de sí mismo, refirió.
Los resultados de la investigación fueron publicados en coedición por la UAM Unidad Iztapalapa y la Editorial Ariel, cuya versión digital puede ser descargada de manera gratuita en http://goo.gl/beUX3g