Monedero

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nCuesta de enero: dólar a casi $20 y petróleo a 20 dólares el barril

Carmen R. Ponce Meléndez*

Particularmente enero es famoso por la llamada “cuesta de enero”, momento en que los bolsillos están gastados por las fiestas navideñas y se experimenta una importante alza de precios. Ahora esta situación se recrudece con un dólar que se ha disparado al menos hasta 18.55 y quizás llegue a los 20 pesos.
Simultáneamente, el precio internacional del petróleo se ha desplomado a 20.70 dólares el barril, el precio más bajo en los últimos cuatro años. Mientras tanto el gobierno anuncia un crecimiento en la creación de empleos.
¿Qué implicaciones tiene esto, en especial para las mujeres? En el corto y mediano plazo, para empezar, hay tres graves consecuencias: inflación, deterioro de los salarios, así como importantes afectaciones a las finanzas públicas.
Se cuenta con menos ingresos petroleros, y como en este país no se grava al capital, hay una importante dependencia de estos ingresos, provocando que no se pueda disminuir el volumen de exportación de este valioso recurso, guardarlo para mejores tiempos, cuando los precios internacionales suban, pero que no será pronto.
El resultado es que se reduce el gasto público y sobre todo la inversión, por lo tanto las tasas de crecimiento económico del país son menores; también se afectan los programas sociales, con lo cual se acentúan las desigualdades económicas, donde las mujeres resultan muy afectadas.
Para muchas personas, una marca de éxito en un país es el valor de la moneda, entonces una depreciación o devaluación como la que ahora está experimentando la moneda nacional es un signo de fracaso para el gobierno en turno.
Más allá de esta percepción, que puede o no ser cierta, el problema es que sí hay consecuencias económicas para las personas, las empresas y la economía en su conjunto.
Una empresaria o empresario que tiene una deuda importante en dólares y vende su producto en pesos tiene problemas para recuperar sus niveles de ganancia y tenderá a aumentar precios, luego entonces la presión en los precios es muy considerable, muchas posibilidades de inflación.
Ya se está viendo afectada la importación de maquinaria y equipo, es decir la inversión en maquinaria para innovación. Datos del Inegi indican que en octubre de 2015 la importación de maquinaria y equipo cayó 4.1 por ciento respecto al mes anterior.

La producción de bienes y servicios tiene un importante componente de insumos importados que se encarecen con esta depreciación, y no se diga la innovación tecnológica, tan importante para el desarrollo económico del país. Mientras más valor agregado tengan los productos, mayor posibilidad de incrementar salarios y generar empleos formales.
Ciertamente la situación de las mujeres fronterizas (en el norte del país) no es muy buena; la mayoría realiza sus gastos en dólares, pero sus ingresos son en pesos, en consecuencia sus gastos se han incrementado sensiblemente; hay un mayor deterioro de los salarios.
Situación que también se aplica al resto del país. El propio Banco de México ha advertido sobre los riesgos de inflación, por ende pérdida del poder adquisitivo y deterioro salarial. Aquí es importante recordar que justamente el salario femenino es menor al masculino, y ellas se ven más afectadas por esta situación, por lo que implica un mayor empobrecimiento de las mujeres.
El argumento de que se ha incrementado el empleo es parcialmente cierto. En primer término el nivel de desempleo femenino no está por debajo de lo que sucedía antes de la crisis de 2008. Pero lo más importante, los empleos son muy precarios, básicamente con salarios muy bajos y con altos niveles de informalidad.
En los últimos 11 años es constante y creciente el deterioro que ha sufrido el salario, y cada vez es mayor el número de personas que no puede acceder a una canasta básica de alimentos con su salario.
Como se ilustra en la gráfica, en 2005 el porcentaje de personas cuyos salarios no alcanzaban para la canasta básica era de 34.8, para 2014 ya era de 42.0 por ciento, según la información generada por el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), que formula el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
De hecho, en 2013 el índice era de 40.4 y en un año aumentó a 42.0, prácticamente la mitad de la población que percibe un salario no le alcanza para la canasta básica, y de acuerdo con los propios lineamientos de Coneval está por debajo de la línea de bienestar.
A nivel regional, los estados más afectados por esta pobreza laboral son Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Zacatecas y San Luis Potosí.
Ahora bien, si el indicador (ITLP) se desagregara por sexo –es posible, pues se formula con las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Enoe)–, se vería claramente cómo las mujeres son más afectadas por la pobreza laboral, ya que tienen los salarios más bajos.
Luego entonces es posible afirmar que la “cuesta de enero” actual causa mayor pobreza en las mujeres. Mientras más débil es su autonomía económica serán más vulnerables a las volatilidades o circunstancias económicas, como las que hoy vive la economía del país.
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.

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