Ciudad de México l En 2015 la pintora Frida Kahlo brilló en la escena internacional en una serie de exposiciones que tuvieron que ver o giraron en torno a su persona. La primera fue Diego Rivera y Frida Kahlo en Detroit, abierta el 15 de marzo en el Instituto de Artes de Detroit (DIA, por sus siglas en inglés), muestra que se centró en el papel que desempeñó esta ciudad en las carreras de ambos artistas.
Mientras Rivera pintó el conjunto de murales La industria de Detroit, en el patio central del DIA, para Graham W. Beal, director del recinto, las obras que produjo Kahlo durante su estancia, de abril de 1932 a marzo de 1933, pueden ser vistas como el comienzo de su desarrollo como una artista madura con su propio estilo, distinto y distintivo. Era la primera vez que se mostraba trabajo de la pintora allí.
Concluida el 12 de julio, la exposición fue vista por 179 mil 51 personas en esa ciudad industrial, deprimida económicamente al grado que se pensó vender el conjunto muralístico de Rivera para empezar a saldar la deuda de 18 mil 500 millones de dólares.
El 16 de mayo el Jardín Botánico de Nueva York organizó Frida Kahlo: arte, jardín, vida, que, aparte de exhibir 14 pinturas y dibujos en la galería de arte de la biblioteca LuEsther T. Mertz, reprodujo el entorno de la Casa Azul, la vivienda natal de la pintora en Coyoacán. Se trató de reflejar la apreciación que esta artista icónica tuvo por la belleza y la variedad del mundo natural como evidencian su hogar de toda la vida y su jardín, al igual que el complejo uso de la imaginería del reino planta en su obra artística.
Desde antes de su apertura se esperaba que la cifra de visitantes superara 500 mil, lo cual se logró con creces.
Luego, el 27 de septiembre se abrió al público brasileño Frida Kahlo: conexiones con mujeres surrealistas en México, exposición curada por la mexicana Tere Arcq, con un centenar de obras de 15 artistas. De Kahlo se exhiben 20 cuadros –sólo pintó 143–, entre ellos seis autorretratos, así como 13 obras sobre papel –nueve dibujos, dos collages y dos litografías.
Montada en el Instituto Tomie Ohtake, en Sao Paulo, para el 20 de diciembre la muestra ya había recibido 492 mil visitantes. Llega a su fin el próximo 10 de enero. Después se exhibirá en otras dos ciudades del país.
Para 2016 está en ciernes una exposición de Kahlo para abrirse el 22 de enero en el Museo Fabergé, en San Petersburgo, Rusia. Y para mayo en Seúl, en el Museo Nacional, de Corea. Desde hace tiempo doña Frida se ha convertido en la carta fuerte de México en lo que a las artes plásticas se refiere.
Fue acertado que Glenn D. Lowry, director del Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva York, viajara a México a finales de enero para anunciar la exposición Latinoamérica en construcción: arquitectura de 1955 a 1980, que consta de más de 500 dibujos y materiales originales, la cual se abrió al público el 29 de marzo. Abarcó un panorama de cinco lustros en 10 naciones.
Incluyó obra de los arquitectos mexicanos Agustín Hernández, Mario Pani, Pedro Ramírez Vázquez, Augusto H. Álvarez, Enrique de la Mora, José Antonio Attolini Lack, Juan O’Gorman, Juan Sordo Madaleno, Ricardo Legorreta, Luis Barragán, Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, entre otros, así como del exiliado español Félix Candela.
Lowry, quien vino a México para asistir a una reunión de la Asociación de Directores de Museos de Arte, aprovechó la ocasión para dar a conocer las próximas exposiciones del MoMA, ya que a los dos años de fundado el recinto, en 1929, empezó a coleccionar arte mexicano.
Además, cerca de 30 mil visitantes de México acuden al museo cada año, a la vez que unos 800 miembros del MoMA proceden de aquí, la mitad de los cuales viven en la ciudad de México.
El director del recinto neoyorquino también mencionó otras tres exposiciones muy esperadas: Björk, Yoko Ono: One woman show, 1960-1971 y La escultura de Picasso. Ésta, con más de un centenar de obras, concluirá el 7 de febrero próximo y ha llamado mucho la atención. Es la primera muestra de su tipo en Estados Unidos en casi medio siglo (en 1967 el MoMA organizó una exhibición con ese tema).
A lo largo de su carrera, Picasso se dedicó a la escultura de manera incondicional, aunque por episodios, al usar materiales y técnicas tanto tradicionales y no convencionales. Al contrario de la pintura, en la que se educó formalmente y con la que se ganaba la vida, la escultura ocupó una posición muy personal y experimental para el español. Se acercó a este medio con la libertad de un artista autodidacta, listo para romper las reglas.
Igualmente habría que destacar en el MoMA Joaquín Torres-García: el arcadiano moderno, exposición del artista uruguayo que vivió varios años en Nueva York. Esta retrospectiva se concentra en dos momentos: 1923 a 1933, periodo en que Torres-García se conectó con varios movimientos europeos de vanguardia, y 1935 a 1943, cuando produjo un notable repertorio de abstracción sintética al regresar a su país. Concluirá el 15 de febrero.