Cómo nos vemos y cómo nos ven

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Yolanda Pardo

Tuve una amiga que siempre usaba prendas con cuello alto, porque según ella tenía esta parte de su cuerpo, más obscura que el resto. Otra, nunca vestía faldas cortas por una cicatriz en la pierna. En ambas, estos defectos, sólo eran manifiestos a su vista, porque los demás no nos percatábamos de su existencia.
En la adolescencia sí que se padece de todo lo que no se amolde a la belleza que nos vende la publicidad. Esos granitos de juventud, una aparente obesidad o al contrario una delgadez en donde quisiéramos más músculo y un cuerpo muy lejano al de las modelos.
“No juzgar, no criticar no condenar”, es una máxima que deberíamos seguir, comenzando por nosotros mismos, dándonos crédito de lo que realmente somos y tenemos, cualidades y dones muy especiales que se reflejarán en nuestra apariencia y belleza, aunque no lo percibamos.
Somos seres maravillosos, nada más que la mayoría no lo sabemos porque estamos medio dormidos, pero otros que han empezado a despertar, si que lo saben.
Somos nuestros más acérrimos críticos, es por eso también que nuestros defectos agrandados se reflejan como un espejo en los demás.
¿Cómo describiríamos nuestro propio rostro, qué características resaltaríamos, cuáles otras ocultaríamos para que nos hicieran un retrato hablado?
Se realizó una interesante campaña con un artista forense que trabaja para el FBI haciendo retratos hablados. La gente seleccionada para el anuncio de un jabón, se describió a sí misma, entonces el dibujante, sin conocerlas, hacía sus apuntes basado en las características que le indicaban las personas desde su propia perspectiva y luego llamaban a sus amigos y conocidos para que hicieran lo mismo y la sorpresa fue que estaban más bellas con los rasgos que indicaban otros.
Eso demuestra que la percepción que tenemos de nosotros mismos, es mucho menos favorecedora que la que tienen los demás. Claro que si son nuestros aparentes enemigos, rivales o tienen más defectos que nosotros, la cosa cambia.
Cuántas veces no toleramos un defecto nuestro ya sea físico o de personalidad, y los demás ni se enteran y los pocos que lo hacen hasta lo convierten en una cualidad específica nuestra.
Por otro lado, todos están tan preocupados por ellos mismos, por sus problemas y defectos que pasan desapercibidos los de los demás.
A lo largo de muchos años vivimos angustiados por lo que creemos defectos y vemos tan perfectos, por lo menos físicamente a personas que nos presentan en anuncios publicitarios, con modelos o actores y actrices que viven de su apariencia, pensando que sólo así seremos exitosos o al menos aceptados. Craso error, nadie es perfecto, el maquillaje y el photoshop hacen personas irreales sólo para vender y nosotros se la compramos.
He visto a modelos profesionales en la vida real y difieren mucho de las que se presentan en las pasarelas, así como a personas de la farándula a quienes no tenemos nada que envidiarles, al menos físicamente.
En lugar de perder el tiempo, deseando el físico “perfecto” de los demás, debemos complacernos con lo que tenemos, disfrutando de lo que nos gusta y aceptándonos tal y como somos. Finalmente, somos más bellas de lo que pensamos.

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