AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Puntos importantes se quedan en el limbo con esto de las contiendas para 2018, y personajes de la política destapándose para posiciones de “servicio a la comunidad”.
Ahí están la seguridad endeble, la economía que no mejora, los salarios pírricos, y la educación y salud de insuficiente cobertura y calidad.
En educación, la Reforma Educativa es una ley constitucional sin discusión; la legislatura secundaria que deriva de ella, sí está sujeta a modificaciones, pero aun con eso queda claro que la llamada evaluación educativa es una necesidad, para establecer lo necesario para incrementar la calidad de la enseñanza en educación básica en el país, y que debe ir después más para arriba, como la media superior y la superior, técnicas y demás, pero en buena lid, para progresar, por recordar aquello del español homenajeado en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara hace unos días: la educación como base de la información; la información como base del conocimiento, y el conocimiento como base del desarrollo: por eso no puede –ni podrá haber- desarrollo sin educación.
Del viejo Fernando Savater, docente, por supuesto.
Regresando al bodrio, la CNTE no es que no quiera reconocerla imperiosa necesidad de dicha evaluación, sino las consecuencias laborales de ésta. Pero tampoco las autoridades educativas, muestran ánimo para reconocer los equívocos propios de una dependencia lerda y llena de corrupción.
Por sexenios en la SEP se actuó unilateralmente, ante la aprobación de un sindicato sumiso; la advertencia de tanta corrupción debió surgir del SNTE y no fue así: cientos de escuelas por todo el país, fueron “entregadas” sin estar terminadas, y en el colmo, algunas ni siquiera se construyeron, pero se adscribió personal a éstas.
Nadie escuchó a esos maestros que también por sexenios, acusaron y denunciaron esas anomalías de fraude a la SEP por parte de constructoras, y obvio es que, en los gobiernos municipales y estatales, no encontraron resonancia.
Con el solo hecho de que fueran de la disidencia de Chiapas u Oaxaca, era suficiente para descalificarlos y acusarlos de intransigentes.
Esa situación sin culpables, de sexenios y sexenios atrás, debe ser atendida: si bien la evaluación magisterial debe ser constante, permanente, como bien señala desde la secretaría de educación, se hace necesario establecer una nueva relación con el magisterio si bien progresista –tiene que serlo, no dé hay otra-, para que también sea el evaluador de las condiciones de la infraestructura escolar en el país.
Porque si vienen de la SEP, es la misma cosa: unilateralidad, y lo hemos visto en escuelas que dicen que no, que la evaluación después de los sismos no fue bien hecha y hay riesgos.
Las instituciones federales de siempre han pecado de suficiencia; sus diseños centrales no siempre cuadran en las entidades a que son destinadas, y menos cuando se trata de programas cuadrados que no pueden tener variación.
El gran problema en conjunto es el centralismo, la mera de no permitir el trabajo programático desde los estados, y en éstos, desde sus propias dependencias. Porque también el poder ejecutivo estatal con mucho, peca de lo mismo que la federación con sus dependencias, a las que solo instruye y no escucha.
Y más si es a conveniencia del mandatario en turno.
Todo esto ya se ha dicho, y aun eso no se escucha: no va a ser un asunto fácil e inmediato esto de resolver el rezago educativo, aun con la evaluación en proceso: ésta se tiene que interpretar y desde luego, a partir de ahí establecer la ingeniería para resolver de acuerdo con cada entidad, lo que sea necesario, sin imposiciones centralistas, porque seguirá esto de los paros, y un lento andar hacia la mejora educativa que se busca.

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