AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

No han sido pocos los homicidios suscitados en una semana, en la capital del estado

Desde el repartidos de pollos hasta un conocido empresario el día de ayer, que debería elevar luces a las autoridades responsables de la prevención del delito, obvio primero la autoridad local, que aparece como directamente responsable de la tranquilidad social en la capital chiapaneca.
La pregunta es sin ánimo de polémica, por qué no corre la indignación igual por un humilde repartidor que trató de escapar de sus homicidas a la altura de la cuarta norte y 22 oriente, que la del conocido empresario.
Lo que refleja es que tiene que ser así, para advertir que hay sus fechas en que la delincuencia se dispara, y es lo que obliga a no bajar la guardia en ese sentido, y menos quedarse en la poltrona tranquila de las estadísticas del INEGI en torno a que Chiapas está dentro de las ciudades más seguras promedio, de delitos, porque hay eventos que hacen dudar de esas estadísticas a una opinión pública que más que la verdad, se siente vulnerable.
Se insiste en que esos eventos, aunque son parte del bajo margen, brincan ante la opinión pública como fue con el caso de Rancho Nuevo.
Mediáticos, desde luego, sentidos por elite o pueblo –que vemos no es lo mismo- según el caso, los asaltos a mano armada se incrementan, y es por igual a estudiantes, mujeres u hombres, y en algunos casos con consecuencias lamentables, como el del señor Manuel Benites Cano, al que asesinaron a balazos por robarle su camioneta en un Oxxo –que ya se ha vuelto escenario recurrente y carecen de vigilancia aun para seguridad de sus empleados-, a las seis de la mañana.
Al igual que por la víctima de ayer, se pide justicia por todos los que han sido asesinados en esta capital y cuyos casos se quedan en los archivos del olvido, y aunque muy seguramente a éste le van a dar prioridad, les recuerdo el del repartidor de pollos Feliz, y cuyo nombre era Moisés Gálvez Vázquez, de tan solo 25 años.
La diferencia de condiciones del crimen, entre asalto y ajusticiamiento –éste joven fue ultimado de siete balazos dentro del estacionamiento de la Iglesia Bautista Obed-, envía a diferente línea de investigación, pero aun esa diferencia es un homicidio que se persigue de oficio por parte de las autoridades judiciales del estado, y en términos de justicia se supone que merece el mismo trato, pues solo así se garantiza a la sociedad la vigencia del Estado de Derecho.

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