Desde el arribo de Trump a la Casa Blanca la discriminación ha aumentado en varios estados de EU. Foto/Chicago Tribune.
AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Tina Rodríguez

La verdad la discriminación es un fenómeno social que aparece en dónde menos se espera, y pues hay veces se registran en los lugares menos adecuados, propiciados por los perjuicios o estereotipos abigarrados que no aceptan la evolución o moda o costumbres de otros, incluyendo el color de la piel, origen o nacionalidad.
Menos si esos desenlaces son atosigados por líderes sean religiosos o políticos, y ya ni se diga el acuñado por la versión popular como sucede en México, que burlona, insulta y minimiza en los casos de los que le vamos al América o militan en el PRI.
Pero en otros lados, la cosa llega a rechazos extremos, violentos y hasta mortales, como en Estados Unidos la reciente semana pasada, en Charlottesville, Virginia, cuando manifestantes de extrema derecha se fueron contra manifestantes durante una marcha convocada para protestar contra el retiro de otro monumento confederado, símbolo que muchos norteamericanos consideran racista.
Tras la marcha, un simpatizante neonazi mató a una mujer de 32 años e hirió a unas veinte personas al embestir su coche contra los manifestantes antirracistas.
Y se hizo el escándalo mundial cuando, el mandatario gringo afirmó que: “Creo que ambos bandos tienen la culpa, de eso no hay duda”. Y agregó que “no toda esa gente era neonazi, no toda esa gente eran supremacistas blancos”.
Dos días después, rectificó: “El racismo es el mal. Y aquellos que provocan violencia en su nombre son delincuentes y rufianes, entre ellos el Ku Klux Klan, los neonazis, los supremacistas blancos u otros grupos de odio, que son repugnantes”.
Desde el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca ese sector de la sociedad estadounidense identificado con el racismo, con la supuesta superioridad blanca y la discriminación de minorías, ha salido sin empacho a las calles provocando una serie de problemas, pocas décadas después que se lograra una paz definitiva y duradera en el tema interracial.
La cosa ha evolucionado tanto, que llamar negro y no afroamericano a un “moreno” es sinónimo de discriminación, y no han faltado los incidentes entre policías blancos con pandilleros negros que han provocado desenlaces como el de Los Ángeles a principios de 1990.
Resulta increíble que un país construido por inmigrantes y por descendientes de esclavos africanos, no haya aprendido la lección y aliente desde las más altas esferas del poder la discriminación y el racismo.
Y lo digo por Trump, pues ni modos que no se dé cuenta de lo que provocan sus discursos, sus twitts incendiarios en contra de la migración en el ánimo racista y xenofóbico de no pocos grupos extremos.
Desde luego que sabe de su existencia: es el presidente de Estados Unidos ¿o igual que al de acá, le ocultan al presidente de aquel lado cosas de adentro?

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