OPINIONES

Monedero

Carmen R. Ponce Meléndez*

La vejez de las mujeres: sin derechos y con desigualdad

Pensar o preguntarse si en México las personas mayores -particularmente las mujeres- cuentan con derechos, protección e igualdad es tan obvio que basta y sobra ver los supermercados del país donde las personas “empacadoras” ya están en la vejez o iniciándola y trabajan largas jornadas solamente por las propinas.
La mayoría de las mujeres en esta condición no cuentan con seguridad social o con una pensión decorosa que les permita dejar de trabajar; por si fuera poco, son rechazadas por el mercado de trabajo, justamente por la edad, en muchos casos el límite de edad para ser aceptadas son 40 años. Además de absurdo, es un problema esencial de justicia social y Derechos Humanos.
El aumento de las personas adultas mayores implica desafíos importantes en materia de política pública. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), “el envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, entre ellos, el mercado laboral, financiero y la demanda de bienes y servicios, así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales”
Este crecimiento de la población de 60 años y más queda claramente ilustrado en la gráfica anterior para América Latina.
De todas maneras, este predominio femenino, debido a la mayor sobrevivencia de las mujeres en edades más avanzadas, no es sinónimo de bienestar y oculta importantes desigualdades y desventajas.
Otra característica importante de este grupo de personas mayores es su envejecimiento interno. Si diferenciamos a las personas mayores según su edad, se constata que los países que se ubican en fases más tempranas del envejecimiento presentan proporciones menores de personas de 75 años y más. Es decir, las cohortes que se han incorporado a este grupo son más bien recientes y, por tanto, se ubican principalmente en el grupo de 60 a 74 años. Además, en estos países la sobrevivencia después de los 75 años no es tan elevada.
Por ejemplo. En el centro comercial de Miramontes y Las Bombas (sur de la ciudad) hay una empacadora de cajas; tiene cerca de 70 años y diario viaja desde Tláhuac, para llegar antes de las 7 de mañana a empacar. ¿Cuánto puede ganar con las propias, para que por lo menos absorba el costo del transporte?
La política neoliberal que pregona que la sociedad no existe, sólo los individuos –como decía Margaret Tatcher- no considera la importancia y la necesidad de proteger esta población, entre otras cosas mediante el fortalecimiento de las instituciones públicas.
Entre 1990 y 2017 el porcentaje de la población de 60 años y más aumentó de 6.4 a 10.5 por ciento.
De 1970 a 2017 la razón de dependencia demográfica pasó de 107.6 a 59.9 dependientes por cada 100 personas en edades activas. Estadísticas a propósito del día mundial de la población (11 de julio).
La reducción ininterrumpida de la fecundidad desde finales de la década de los sesenta y el aumento de la esperanza de vida han generado una base piramidal cada vez más angosta y una proporción cada vez más alta de adultos (30 a 59 años) y adultos mayores (60 y más años).
Los primeros incrementaron su porcentaje de 26 a 36.7 por ciento entre 1990 y 2017; mientras que en las personas de 60 y más años acrecentaron de 6.4 a 10.5por ciento en el mismo periodo, y se espera que en 2050 su monto aumente a 32.4 millones (21.5 por ciento de la población total).
De acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población para el año 2017 la esperanza de vida al nacer es de 75.3 años. Con este aumento en la sobrevivencia de las personas, las causas de fallecimiento se dan principalmente por padecimientos crónico-degenerativos.
Si ahora son muy pocas las mujeres que cuentan con pensión (alrededor del 20 por ciento) con la privatización de las pensiones –convertidas en Administradoras de Fondos Para el retiro (Afores privadas); y con el abandono de la pensión solidaria, las posibilidades reales de que una mujer trabajadora alcance su jubilación son muy limitadas.
Para empezar de 500 cuotas pasa a mil 200 y la tasa de recuperación de su salario disminuye considerablemente. Evidentemente las más afectadas son las mujeres porque interrumpen su vida laboral por la familia y los cuidados, y son las que ganan menos.
Pero por si fuera poco está el hecho de que 6 de cada 10 mujeres están en la informalidad. Su expectativa de pensión solamente es la pensión no contributiva de $500.00 como la que da Sedesol, o lo que llaman “la tarjeta de López Obrador”.
Tiene razón Santiago Levy cuando dice que aquí las Afores están destinadas al fracaso por dos importantes razones derivadas del mercado de trabajo: el alto nivel de informalidad laboral (sin seguridad social) y, los bajísimos salarios.
Lo que Rolando Cordera llama “La razón social”, que es histórica y actual, pasó a retiro en estos años. Pese a su enorme pertinencia, por los excesos del mercado y la aguda concentración de ingresos y riqueza, la noción misma de justicia social fue considerada de mal gusto por el discurso político dominante (La Jornada 16 de julio).
Este neoliberalismo de 30 años y los malos gobiernos han acabado con la protección social; y el derecho a la salud pública se está convirtiendo en una quimera para toda la población, pero muy en especial para mujeres de la tercera edad.
-Los Derechos Humanos en contexto de envejecimiento y la necesidad de ampliar la protección de las personas mayores en las Naciones Unidas:
-La construcción social de la vejez como base de la diferencia y la falta de autonomía
-El fundamento y estandarización de los Derechos Humanos de las personas mayores Principales problemas relacionados con los derechos humanos de las personas mayores
-Disposiciones especial de interés, en relación con los derechos humanos de las personas mayores
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce

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