OPINIONES

Emociones, salud o enfermedad

Yolanda Pardo

Sin pensamientos ni emociones negativas, la enfermedad no puede albergar ningún cuerpo físico, pero quién está a ese nivel de conciencia como para gozar de una salud plena.
Si todos los padres estuvieran preparados en este aspecto, infundiéndoles a sus hijos las verdades que apenas estamos comprendiendo, esta nueva generación de humanos será capaz de mantenerse sana y lograr todo lo que se proponga con el menor esfuerzo.
Muchos seres humanos ya están despertando y es lo que se espera para esta era, de lo contrario, estarán fuera de lugar en nuestro amado planeta tierra, que está evolucionando, está cambiando a otros niveles y sus habitantes tendrán que hacer lo mismo.
Es imposible abstenerse de las emociones, son la chispa de la vida, lo que se debe aprender es a controlarlas o minimizar las que nos hacen daño con situaciones o pensamientos contrarios a los que las produjeron.
Nuestras actividades cotidianas muchas veces hacen olvidar poner atención al cuerpo y qué lo está dañando para reducir las tensiones que pudieran ser causadas por una emoción.
El cuerpo y las emociones van de la mano. Existen estudios científicos que avalan la influencia y la interrelación de las emociones en el dolor y las enfermedades del cuerpo físico. Incluso se ha demostrado que se activan áreas del cerebro similares, cuando experimentamos un dolor físico y uno emocional.
Las emociones atrapadas en el cuerpo esperan que las dejemos salir e intentan expresarse de algún modo y lo hacen en forma de tensiones o malestares físicos.
Debemos ocuparnos de nuestro cuerpo día a día, ya que cada emoción va ligada a sensaciones físicas que, si no se gestionan de manera correcta, pueden provocar grandes dolores.
Por ejemplo, el miedo, que nos avisa de posibles peligros y nos ayuda a prevenirnos de una posible amenaza, se expresa en el cuerpo con dolor de estómago, tensión, aceleración de los latidos cardíacos, sudores, presión en el pecho e insomnio, por mencionar algunos.
La ira o el enfado, nos incita a pasar a la acción y a defender nuestros derechos cuando se ha cometido una injusticia, o al menos eso creemos, y se manifiesta con tensión corporal, aceleración de la respiración y del ritmo cardíaco, incremento de la temperatura y de la presión arterial, tensión en la mandíbula y dolores de cabeza, entre otros.
La tristeza nos ayuda a afrontar o sobrellevar las pérdidas y los duelos. Nos hace reflexionar sobre lo ocurrido en el aislamiento. Se manifiesta con lágrimas, sollozos, presión en el pecho, respiración entrecortada, poco apetito, cada uno lo expresa según lo sienta.
Cuando nos dicen, no llores, no tenemos que hacerles caso. Se debe vivir el duelo, de lo contrario, se vuelve tan pesado en nuestro cuerpo que se puede convertir en dolor de espalda u otras partes de nuestro organismo.
Si manejamos nuestras emociones de una forma sana, podemos interpretar el mensaje que nos envía nuestro cuerpo e identificaremos las emociones asociadas a los síntomas físicos.
Si se observa el cuerpo podemos detectar sus mensajes emocionales, de lo contrario, gritan transformándose en dolor, enfermedades y sufrimiento físico y si seguimos ignorándolos, se expresarán con mayor intensidad.
Se debe prestar atención a los dolores físicos para poder detectar las necesidades del cuerpo. Aprender a gestionar y controlar las emociones es esencial para no enfermar. Le tenemos miedo a lo desconocido, y es sólo falta de información. Entonces, al tomar conciencia de los que nos inspira miedo y afrontarlo, lo irá diluyendo. Para aplacar el enfado, se pueden hacer ejercicios de respiración o contar hasta 100, para evitar explotar en ira, la tristeza ante pérdidas se debe canalizar como la sintamos, pero no reprimirla.
Vamos a aprender a controlar, gestionar y reconocer síntomas en el cuerpo causados por las emociones para vivir más plenos sin dolores ni enfermedades, en lo posible de nuestra condición y circunstancias.

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