OPINIONES

Monedero

Carmen R. Ponce Meléndez*

Desigualdad femenina en la enorme desigualdad del país

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), presento su informe: “Panorama Social de América Latina 2016”, en este acto su Secretaria Ejecutiva Alicia Bárcenas, destacada economista mexicana, pronunció un discurso donde se hizo mención a las condiciones sociales y económicas del país y de las mujeres, en los siguientes términos:
“En México la mala distribución de riqueza alcanza una cifra muy alta, pues el 80 por ciento de los activos financieros están concentrados en sólo el 10 por ciento de las familias, mientras que el 10 por ciento de las empresas del país concentran el 93 por ciento de los activos físicos”.
El trabajo no remunerado de las mujeres en México es uno de los puntos que aborda el informe de la Comisión, pues, de acuerdo con la medición, las mexicanas son las mujeres en América Latina que más destinan su tiempo en TRABAJO NO RENUMERADO: “En México uno de los temas que se debe de abordar es que hay una alta a proporción de las mujeres que no participan en el mercado laboral formal”, advierte la titular su titular”.
Abonando a este argumento y de acuerdo a la información que arroja la Enoe de Inegi, sólo 47.9 por ciento de las mujeres participan en el mercado de trabajo, mientras que en los hombres esta cifra alcanza casi el doble, 75.8 por ciento. Y lo más grave, en 1996 (hace 20 años), la proporción era muy similar: 77.3 y 40.3 por ciento, respectivamente (datos al 2º Trimestre de 2016 y 1996).
Por esa razón en México sólo 7.5 por ciento de las mujeres tienen ingresos propios, mientras que en Brasil es del 15.0 por ciento (Datos de Cepal). Un gran obstáculo para su inserción en el mercado laboral es el hecho de que 77 por ciento del Trabajo Doméstico No Remunerado lo realizan las mujeres, lo que explica en gran medida que no cuenten con ingresos propios.
“Otro de los aspectos que destacó es que las Reformas Estructurales de Enrique Peña Nieto no han tenido un impacto en la disminución de desigualdad, por lo que recomendó acompañarlas con Reformas Sociales”.
Entre las cifras que proporciona este Organismo, destaca: “entre 2003 y 2014, la economía mexicana creció a un promedio anual del 2.6 por ciento; no obstante, la riqueza alcanzó un crecimiento real promedio anual del 7.9 por ciento en el mismo período”.
Por ejemplo, el PIB per cápita durante 1940-81 fue de 3.2; para el período 1990-2006 se redujo a 0.7 por ciento. Una familia en México tiene que esperar tres generaciones para poder duplicar su ingreso.
En estos momentos hay tres factores estrechamente vinculados entre sí, que influyen de manera importante en el empobrecimiento de la población, pero muy en especial de las mujeres:
1. La depreciación del peso; 2. El crecimiento de la tasa de interés y, 3. La creciente inflación. Todo ello acompañado de una negativa a aumentar los salarios, que de nuevo han tenido una importante pérdida de su poder adquisitivo. Es importante enfatizar que la volatilidad en los precios afecta más a las mujeres, porque son ellas las que obtienen los salarios más bajos.
Para mayo la inflación fue de 6.17 y 7.06 en alimentos, esto afecta al salario. Se considera inflación no subyacente –la que más ha crecido-, básicamente son: energéticos (léase gasolinazo y Gas doméstico); y tarifas autorizadas por el gobierno; alimentos, combustibles, servicios públicos. También está influenciado por factores climáticos, o precios internacionales (depreciación del peso y su influencia en los precios).
En un afán por contener la inflación y la depreciación del peso Banco de México –desde una mirada ortodoxa- ha incrementado la tasa de referencia o la tasa de interés, es decir el precio del dinero.
En diciembre del 2015, la tasa de interés de referencia del Banco de México estaba en 3.00 por ciento. Diecisiete meses después, ha alcanzado un nivel de 6.75 por ciento. Para llegar a ese punto, se han producido nueve alzas de tasas. Sin que mejore el precio del peso, respecto dólar, la inflación o la inversión extranjera, otro de los objetivos.
“La mayor tasa de interés viene a acentuar el desempleo, a contraer más los salarios y a que el ingreso nacional crezca por debajo del costo del crédito, lo que aumenta la cartera vencida y la transferencia de recursos en favor del sector bancario, lo que acentúa la desigualdad del ingreso y de la riqueza” (Arturo Huerta, La Jornada 3 de junio, 2017).
La mejor evidencia de que la pobreza sigue creciendo es la disminución en los sueldos y salarios. En el primer trimestre de 2005, 4.2 millones de personas ganaban más de 5 salarios mínimos (SM); para 2017 esta cifra disminuyó a 2.7 millones. El caso de las mujeres es todavía más grave; en 2005 12 por ciento de las mujeres ganaban más de 5 SM, para 2016 esta proporción cayó a 7.3 por ciento. Un sueldo de 5 SM es de apenas $12, 000.000 aproximadamente, bastante modesto.
Por su parte Miguel Reyes Hernández director del Observatorio de salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla dice: la política social por la que México ha apostado por años para erradicar la pobreza no es eficiente ni eficaz. La prueba es que, a pesar de que los beneficiados de los programas de transferencias se quintuplicaron, la pobreza sólo disminuyó 1 por ciento de 1992 a 2015. Conclusión, existe una gran desigualdad.
DESIGUALDAD DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO, SEGÚN CEPAL
Uno de los pilares fundamentales para reducir la desigualdad es lograr la autonomía de las mujeres, en particular su autonomía económica. Hay evidencia empírica suficiente de que el aumento de la participación y de los ingresos laborales de las mujeres tiene efectos significativos en la reducción de la pobreza y de la desigualdad de ingresos.
Por otra parte, debido a su alta carga de trabajo doméstico no remunerado, disponen de menos tiempo para su uso personal, lo que atenta contra sus posibilidades de capacitarse y mantener una presencia continua en el mercado laboral.
Los hogares de menores recursos concentran una proporción más elevada de mujeres en edades de mayor demanda productiva y reproductiva. Sin excepciones entre los países considerados, las mujeres se encuentran sobrerrepresentadas en los primeros dos o tres quintiles de ingreso. En particular, las mujeres de entre 25 y 59 años de edad están sobrerrepresentadas en el quintil de menores ingresos hasta en un 40 por ciento, respecto de los hombres.
Ello se debe a que ellas suelen recibir ingresos más bajos, a causa de la dificultad para conciliar el trabajo no remunerado en el hogar con la participación en el mercado laboral; además, se desempeñan por lo general en ocupaciones asociadas a bajas remuneraciones y suelen estar sobrerrepresentadas en la jefatura de los hogares monoparentales.
A grandes rasgos, lo que refleja Cepal para las mujeres en AL es muy similar a lo que sucede en el país. Con el agravante de que aquí está el salario más bajo de AL; las mujeres tienen los empleos de menor calidad (bajos salarios y malas condiciones laborales), independientemente de su jerarquía laboral, la brecha salarial es muy alta y la proporción de mujeres que dedican muchas horas al trabajo no remunerado es uno de los más altos de AL.
Las organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos y el Congreso de la Unión deben luchar contra todo esto, traducir sus logros en políticas públicas a favor de las mujeres y su desarrollo político, económico y social.
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce

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