OPINIONES

El hábito del ahorro

Yolanda Pardo

El popular cochinito de barro, es por tradición, el símbolo del ahorro. Las abuelas daban una moneda semanal o el padre, el esperado “domingo”, para introducirlo a la alcancía y cuando se llenaba, el momento esperado de descubrir cuánto contenía, era casi similar al Día de Reyes, con la ilusión de comprar aquello que se había esperado por tanto tiempo, al fin y al cabo si no alcanzaba, los padres lo completaban.

También en los bancos había una libreta de ahorro en la que, roto el cochinito, se podía ingresar en el banco lo guardado en tan rechoncho animalito y así, a lo largo de los años, se podía contar con una buena cantidad recaudada desde que se tenía uso de razón.
Actualmente, por las circunstancias, o porque se ha perdido esa previsora costumbre, ya están en desuso esos simpáticos cochinitos de barro y sólo, de vez en cuando, en las ferias de los pueblos, se pueden ver y comprar para recordar aquellos viejos tiempos.
Los papás modernos ya no inculcan en sus hijos el hábito del ahorro y es que algunos aseguran que ahorrar es como perder la confianza en sus capacidades para generar dinero, o es tener mentalidad de pobre o simplemente, se gasta el poco dinero que se tiene para lo indispensable de la supervivencia.
Sin embargo, ahorrar un 10 por ciento de todo lo que se gane desde que se empieza a trabajar, es el mejor seguro para tener al menos, una vejez tranquila.
El exitoso empresario Carlos Kasuga, hijo de padres japoneses, muy atinadamente aconseja adoptar la cultura del ahorro de aquel país oriental, en donde, desde que se empieza a trabajar, se ahorra un 10 por ciento del salario devengado.
Kasuga, nacido en México, se ha dado a la tarea de dar conferencias sobre éxito personal y empresarial, basado en consejos de gran sabiduría que han seguido sus ancestros en un país tan disciplinado, honesto y progresista como lo es Japón y cuyos resultados avalan su efectividad.
Ninguna persona cuando llega al invierno de la vida, dice, debería pasar penurias económicas ni maltrato de hasta familiares más allegados. Cuántos hay que sólo viven de una mísera pensión y otros, ya el colmo, en la calle, abandonados y viviendo de la caridad de las personas que se compadecen de ellos.
Para evitar eso, una buena opción son los ahorros de toda la vida y con sólo el 10 por ciento de los ingresos mensuales de una persona, podría asegurarse una vejez, ya no digamos feliz, pero al menos tranquila y autosuficiente.
Los jóvenes cuando empiezan a trabajar, regularmente gastan todo lo que ganan y difícilmente pueden llegar a fin de mes porque no saben administrarse y nunca piensan que algún día, si bien les va, llegarán a viejos, por eso aquello del ahorro no es una buena opción.
Si los padres inculcan a sus hijos desde muy pequeños el hábito del ahorro, cuando reciban su primer salario, sabrán destinar algo para el ahorro y también una parte para sus progenitores, si así lo hacen, les rendirá más y está comprobado.
No se debe ahorrar lo que sobre, después de pagar las cuentas del mes. Se debe destinar ese 10 por ciento, como una inversión a largo plazo y será intocable, al paso de los años se tendrá una pequeña o gran fortuna. “Más vale prevenir que lamentar”
Todo es cuestión de hábitos, y el ahorro es uno de ellos que redituará grandes beneficios.

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