OPINIONES

Punto de vista

Mario Tassías

Todavía no es el tiempo oficial de campañas electorales en Chiapas y por lo menos media docena de aspirantes a la gubernatura del estado andan en plena maniobra electorera. Con un altísimo costo con cargo al erario público. No hay quien les diga que no deben hacerlo y si hubo quien les advirtió, no han hecho caso.Esa tropilla de políticos, de una colorida gama de partidos, ignora los principios de la honestidad o les vale poco los instrumentos legales que determinan los tiempos de promoción electoral. La honestidad es esa dignidad que tiene que ver con la honradez, la verdad, la decencia, el recato y la justicia. Muchas veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas; los grandes la rompen, se decía antes de la era cristiana.

Presumimos vivir en una república representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos, sin embargo, este precepto constitucional no llega a esos que aspiran ungirse con el cargo de mayor importancia política en la Entidad. Viven permanentemente en temporada de promesas que evidentemente no van a cumplir porque no los obligan a hacer lo que no saben hacer. La actual generación de políticos chiapanecos y que ostentan un cargo de representación popular, son los herederos de quienes tienen al país en la ruina.

No deberíamos ser tan ingenuos para pensar que, si han tenido oportunidades para influir desde sus respectivas tribunas y no lo han hecho, ¿cómo es que de la noche a la mañana son cabeza de movimientos o fundaciones creadas al amparo del erario público y en donde sus audiencias son llevadas y traídos bajo amenaza o con menosprecio de la necesidad que padecen?

Siguiendo los pasos de quien los antecede en el cargo de mayor jerarquía política en el estado, suponen que la publicidad puede darle la imagen que no tienen. Cuando la efigie no es más que solo una representación de una carencia por la deshonestidad que esconden. Una vez más como en el anterior proceso, calles y veredas, paredes y sitios de promoción, aparecen invadidas, contaminando el ambiente visual, imágenes espectaculares de estos tipos que tienen como fortaleza la promesa que nunca cumplirán.

Esas presentaciones que presumen ante concurrencias múltiples llevadas y traídas con falsas promesas, deberían dar vergüenza o pena.

Esos mítines con gente soportando el sol o la lluvia, el tiempo y el espacio, pudieran permitir la convivencia si estos políticos entendieran que, aquellos son seres humanos que están ahí por la necesidad propiciada por quienes detentan el poder en la actualidad y son cautivos de programas con estructuras populistas que buscan conservar la miseria para ser clientes electores el día de las votaciones.

Todavía no es tiempo de elecciones la ley de la materia parece lejana para la voracidad de estos creadores de fundaciones y destapes anticipados de campañas electoreras, que como lobos hambrientos se lanzan a la conquista de conciencias y voluntades para mantener el ego y las oportunidades que se propicia en un régimen que tiene vacíos lamentables de poder en todos los ámbitos.

Ofrecer no empobrece, tampoco en estos dar, los aniquila. Las migajas que se entregan a un pueblo hambriento y con necesidades propiciadas por la pobreza extrema, es de lo más canalla y estos políticos, en lugar de ser exaltados deberían ser sindicados como atracadores del erario público. Trasgresores de la ley y por ende malos políticos. La demagogia los viste de líderes cuando la distancia entre lo que son y liderazgo es muy grande. Desgraciadamente los que menos tiene parecen no darse no darse cuenta de cuánto y cómo son manipulados.

La voluntad de los electores tiene memoria, quizá escasa y pudiera reaccionar en contra de estos abusadores en las próximas elecciones. Sería lo deseable en busca de fortalecer los procesos democráticos en nuestro país.

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