CON VALOR DE MUJER

Presenta Amalia García, el libro “el descuido de los cuidados”

Candelaria Rodríguez Sosa

  • El cuidado de las personas, deben ser incluidos en el diseño de políticas y presupuestos públicos

Narrada en 227 páginas y bajos cuatro miradas, el papel de las mujeres y los hombres plasmada en el libro “Los cuidados de los descuidos” además de visibilizar las desigualdades de género en trabajos no remunerados para las mujeres, busca como fin que las políticas públicas coloquen el centro los cuidados de las y los otros”

Amalia García Medina, secretaria del Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México, autora del prologo de la obra, presentó en Tuxtla Gutiérrez, el libro donde destacó la importancia de colocar el tema de los cuidados en el diseño de políticas y presupuestos públicos, porque estos, dijo, no son asuntos de las mujeres, sino que, por su importancia, tienen que ser compartidos, hombres, mujeres, la sociedad y el Estado deben cambiar los roles.

El libro es una muestra clara del papel desvalorizado, discriminado, invisibilizado, y acotado en que se ha colocado esa actividad, ejercida mayoritariamente por las mujeres.

En su explicación del objetivo de la obra, con prologo de la propia secretaria, sostiene como el Distrito Federal es la entidad con más políticas de cuidado y dio ejemplo de ello.

Actualmente en el gobierno del DF, dijo, a las mujeres con infantes pueden entrar unas horas más tarde o salir una hora mas temprano, a fin de aminorar la presión de los cuidados y las tareas de hogar. Otra determinación es que los viernes las labores terminan a las 3 de la tarde, se busca que las responsabilidades del hogar se compartan.

Asimismo, destacó el plan piloto de trabajo a distancia para hombres y mujeres, a fin de permanecer más tiempo en el hogar y en convivencia con los hijos e hijas. En ese piloto, dijo que hay resistencia de personas mayores, mientras que la juventud es la que más lo acepta.

Estas son parte de las políticas públicas que se impulsan en el DF y se preguntó ¿por qué no se hacen en el resto del país? Y en seguida, explico que las

costumbres como obstáculo no permiten avanzar, pero sostuvo que es posible cambiar la cultura dominante.

El descuido de los cuidados con textos de la antropóloga y psicoanalistas Marta Lamas, la economista Lucia Pérez Fragoso, La investigadora Ana Escoto, Edith Pacheco y Marta Ferreyra, hace un minucioso recorrido por la economía del cuidado.

Este análisis la obra “El descuido de los cuidados” coloca la realidad del papel de las mujeres en los ámbitos de labores, sin descuidar el cuidado de las demás personas, analiza sus repercusiones desde tres dimensiones: lo social, económico y político.

Como dice Miguel Angel Mancera, jefe de gobierno del la CDMX, esto se ha dado por la naturalización social que señala que las mujeres tienen una mayor capacidad para desarrollar los quehaceres diarios de lo privado.

Visto así, el peso histórico en que se coloca a las mujeres como clave de la reproducción social de la familia y el cuidado de las personas, es desde donde se desprende la desigualdad en responsabilidades de cuidado entre hogares, el Estado, el mercado laboral y la sociedad.

Es una obra que coloca “el descuido de los cuidados” en todo su análisis entre la realidad del fenómeno en el contexto general, comparado con las acciones relevantes que ha viene realizando el gobierno de la CDMX, que indudablemente Mancera destaca en la introducción de la obra.

Las mujeres triplican el trabajo.

Como dato, la Encuesta nacional sobre el Uso del tiempo (2014) señaló que las mujeres contribuyen con el 60% del tiempo total de trabajo contra el 40% en las actividades de hombres al cuidado. Y al que mas cuidado le dedican las mujeres es al cuidado de niñas, niños, discapacitados, personas enfermas, y a las y los ancianos 28.8 % de su tiempo contra el 12.4% de los varones. En labores del hogar ocupan en promedio 29.8% contra el 9.7% de horas en actividades domesticas.

Basta leer la introducción y el prologo de los “cuidados del descuido”, de Marcera y Amalia García para entender esa gran brecha de desigualdades de género a pesar de los grandes cambios en las legislaciones, pero como bien dice, Marta Lamas, son discursivos.

El análisis de la aportación de las mujeres en los trabajos no remunerados, como es el domestico, el de lo privado, donde los hombres se resisten a entrar, es hoy dice Amalia en su prologo, un factor invisible de reproducción del sistema económico.

De tal suerte que requiere una valorización económica. Y dado los enfoques disciplinarios de las ciencias: la sociología dice que se cumplen funciones de socialización, en demografía es esencial en la reproducción, y en la psicología esta asociada a la formación. Por ello, es necesario y urgente adoptar, dice una perspectiva multidisciplinaria abierta a diferentes enfoques para analizar este fenómeno complejo. (¿será complejo?).

Marta Lamas

Así, desde esa mirada como fenómeno social, Marta Lamas, como antropóloga y psicoanalista, en su participación “Una mejor división del trabajo implica más igualdad en la calidad de vida” introduce el tema desde esa mirada reflexiva, y la principal que le da vida y sentido a la obra.

Lamas divide su análisis en; la división sexual del trabajo como estructura de responsabilidades de ambos sexos: el cuidado de seres vulnerables para mujeres y la provisión y defensa a los hombres. Misma que debe abordarse como una segregación laboral, como problema que obstaculiza el desarrollo económico y político más equitativo.

Resolver la desigualdad socioeconómica y política de las mujeres, es el gran desafío que hay que enfrentar para desarticular lo propio de mujeres y de hombres, como ideas y creencias sobre la diferencia sexual del trabajo, que implica la transformación de la representación clásica que se ha hecho de la llamada cuestión social (Roberto Castel 199:29).

En ese repaso histórico que alude al desgarramiento del lazo social, como el rompimiento entre el individuo y la sociedad, Lamas refiere que diseñar políticas públicas y reformas necesita “ampliar la idea de qué es la economía y qué es el trabajo para abarcar el conjunto de procesos que permite generar los recursos necesarios para vivir, sin limitarse a mirar solo a aquellos que involucran flujos monetarios (Pérez Orozco, 2012:13).

Una esfera crucial de la economía son los trabajos que no se pagan, pero de los cuales depende la sobrevivencia. De donde se desprenden los mandatos y creencias que estructuran y validan las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, absolutamente funcional para la economía actual, marcan el terreno sobre el que ocurren los fenómenos económicos y ponen las condiciones para que estos sean posibles.

De tal suerte, dice Lamas, hay que comprender cómo la desigualdad de la división sexual del trabajo condiciona el modelo socioeconómico, y de qué manera las políticas laborales están teñidas por la idea de la naturalidad de tal división.

Y sostiene que el sistema socioeconómico, cruzado y constituido por diferentes relaciones de poder, tiene una dinámica material y simbólica en la reproducción de las desigualdades sociales. De acuerdo al autor Gaulejac, el momento actual se caracteriza por una masiva producción ideológica y discursiva, que promueve en la dirección a una docilidad activa.

Es decir, dice, una disponibilidad cada vez mayor de los trabajadores al cumplimiento de los objetivos empresariales, y señala que los valores y aspiraciones del propio sujeto conectan su realización personal con las demandas económicas y organizacionales que se les exige.

Esta operación, que se desarrolla en una situación de incertidumbre e inseguridad sobre su futuro, hace que los problemas sociales y estructurales se interpreten como problemas personales. En este sentido, la reformulación actual de la cuestión social requiere un sentido critico sobre el hecho de que las posiciones desiguales de mujeres y hombres no son decisiones personales sino resultado de la estructuración económica y de la cultura.

En este apartado de la división sexual, Marta Lamas alude a pensadores como el Francés Pierre Bordieu, quien afirma que la sociedad existe no solo en la forma de estructuras sociales sino también en la mente y el inconsciente de las personas.

Más adelantes, sostiene que, a la conocida precarización de las condiciones de trabajo, la inestabilidad e informalidad laborales, y la caída de la cobertura de la seguridad social se suma la brutalmente desigual distribución de trabajo de cuidado y doméstico junto con la carencia de una adecuada provisión de servicios públicos que lo aligeren. Todo ello, sostiene Lamas, configura un déficit de trabajo decente, como lo plantea la OIT y el PNUD, que es parte sustantiva de la profunda crisis que se esta viviendo.

Y sostiene que es necesario reformular términos de la articulación política de la cuestión social: Y señala que hay que transmitir la manera como se representa el problema de la desigualdad laboral; mientras se reconoce y alaba el trabajo de los varones en la provisión y la defensa, es notable, dice, la forma en que se deja de ver el trabajo no pagado de grandes sectores de mujeres en los cuidados.

Para transformar la desigualdad laboral es necesario esquemas laborales que permitan una real corresponsabilidad familia- trabajo y desarrollar tanto permisos paternos equiparables a los de as mujeres, como guarderías con amplios horarios, además de otros servicios sociales que aligeren el trabajo no pagado de cuidado, Todo esto ha resultado difícil  ¿por qué?, porque la idea de la división del trabajo es natural, y porque implica  otorgar gastos social a una tarea que las mujeres hacen gratis.

Pierre Bourdieu, sostiene que el orden social hace aparecer como naturales situaciones, cuestiones y relaciones que han sido construidas a lo largo del tiempo… Eso es precisamente el conflicto, dice la autora: los seres humanos tenemos internalizados en nuestras mentes y subjetividades esquemas culturales con los cuales interpretamos lo que percibimos, y actuamos en consecuencias.

Dice Bourdieu, que el orden social patriarcal está tan profundamente arraigado que no requiere justificación, se impone a sí mismo como autoevidente, y es considerado como natural gracias al acuerdo casi perfecto e inmediato que obtiene de estructuras sociales. Esta ilusión de naturalidad que se inscribe tanto en la mente como en el inconsciente de los seres humanos hace que las posiciones diferenciadas que ocupan las mujeres y los hombres se tomen como naturales.

Y un primer paso, dice, para abordar las desigualdades entre los sexos es entender cómo funciona el engranaje del conjunto de representaciones sociales que estructuran y validan las relaciones desiguales entre mujeres y hombres en la sociedad. Cuyas dinámicas de exclusión y discriminación se sostienen por la lógica simbólica de la cultura que establece lo propio de las mujeres y lo propio de los hombres, y que es el motor y parte integral del proceso de mantenimiento y reproducción del orden social.

Este apartado, Lamas lo termina así: Una tarea política fundamental para abordar las formas insidiosas de explotación, sufrimiento y alineación laboral es la de comprender que la DIFERENCIA DE GÉNERO – Y NO LA DIFERENCIA ANATOMICA- ES LA QUE PRODUCE Y PROVOCA LA DESESTRUCTURACIÓN DE LA SOLIDARIDAD ENTRE EL GRUPO DE LAS MUJERES Y EL GRUPO DE LOS HOMBRES. Para romper el circulo vicioso en que estamos inmersos en la vida laboral es necesario comprender cómo funciona la lógica cultura de género.

Segundo tema

Y es precisamente la carencia de comprensión del género, lo que lleva a las fallas de quienes gobiernan y elaboran políticas públicas. Lo cual no significa que no perciban la existencia de una cuestión femenina, sino que no visualizan que también existe una cuestión masculina.

No obstante, el reconocimiento de los derechos femeninos, a las mujeres se les sigue prohibiendo desempeñar ciertas labores y ocupar determinados puestos ¿Por qué? Se pregunta Lamas, “precisamente por las arraigadas creencias sobre lo propio de las mujeres y lo propio de los hombres”

Y refiere como el concepto de género ha causado confusión, incluso en su interpretación desde cada cultura.

La investigación de Lamas, refiere, como el principal mecanismo mediante el cual se instala la desigualdad entre mujeres y hombres en la división del trabajo tiene consecuencias no solo económicas sino también psíquicas, de uso de tiempo y de estatus social.

De acuerdo a la economista y socióloga española María Izquierdo, sostiene las formas en que las divisiones entre el trabajo, de cuidado, el de provisión y defensa produce sentimientos ambivalentes y omnipotentes en ambos sexos, Da lugar dice, a un sistema de dependencias.

Así como los maridos delegan en sus mujeres, las mujeres con sus recursos lo hacen en las empleadas del hogar.

Señala izquierdo, que, para las mujeres, el trabajo femenino de criar y cuidar tiene dos caras: la de exceso de trabajo no retribuido, pero también la de un fuerte sentimiento de poder y realización. El cuidado es un privilegio y al mismo tiempo una trampa, pues a través de la protección y abnegación las mujeres ejercen un dominio.

Mientras la carga simbólica de la virilidad desactiva en la gran mayoría de los hombres un cuestionamiento de trabajo explotador y desgastante, la carga simbólica de la feminidad hace que la mayoría de las mujeres realicen su feminidad mediante la abnegación y el sacrificio personal.  Esos mandatos culturales dificultan la constricción de un discurso político que apele y convenza sobre la necesidad de una repartición más equitativa de la crianza y el cuidado, una reformulación de las cargas y riesgos laborales y que también explique la importancia de una representación política y un gobierno paritarios.

Más adelante señala Lamas que los mandatos culturales de género articulan la desigualdad social entre mujeres y hombres y repercuten en todas las esferas de la vida, pero reciben muy poca atención política.

Aunque México acoge algunas políticas que permitan abatir las desigualdades, aun, la ceguera política, dice Lamas, ante esta situación tiene que ver con las dificultades para pensar en otro arreglo de la sociedad que permita a hombre y mujeres ocuparse de sus seres dependientes con el respaldo de los servicios públicos y sin desaprovechar sus oportunidades laborales.

Tercer tema

En ese ámbito, sostiene que el trabajo es la principal de la desigualdad de género y su centralidad se debe no solo a que es un medio de sustento y supervivencia social, sino también a su importancia en la dinámica psíquica de los seres humanos, porque además es requisito para acceder a la cobertura seguridad social y un medio de afiliación social. Y refiere la estructura diferenciada del trabajo entre mujeres y hombres.

La creación de condiciones más justas hace indispensable que la agenda política asuma el vínculo que existe entre las labores de cuidado y la justicia social. Lamas sostiene que en política no se reivindican las labores de cuidado y doméstica como igual de sustantiva e importantes que las de provisión y defensa.

Y sugiere revisar a partir del conocimiento científico existente, la desigualdad de las responsabilidades en el ámbito público y privado, comprendiendo, dice, las políticas estatales imbuidas de mandatos culturales que reflejan en los discursos legales, médicos y mediáticos. Sostiene que las prácticas discursivas actúan como dispositivos que reproducen las configuraciones sociales que sofocan y oprimen a todas las personas, por ello denunciar todo aquello que se oculta bajo el velo de la naturaleza es una tarea critica indispensable.

En este recorrido, Lamas compara los países de avanzada en política de igualdad, en países europeos como Islandia, Suecia, Noruega y Canadá, donde la inversión es altamente rentable. Como los permisos paternos de tres meses, guarderías. El alcance de estas políticas es el de alcanzar la igualdad de oportunidades laborales, combatir la desigualdad salarial y la discriminación de género. Estos permisos paternos de tres meses intransferibles e íntegramente pagados para los padres, es una reivindicación estratégica para equilibrar el valor de las mujeres trabajadoras en el mundo del trabajo.

Un modelo prometedor es el enfoque de capacidades sostiene el economista Amartya Sen, que busca orientar las reformas económicas con la perspectiva e la justicia social y garantizando los recursos que aporten una mejora real de la situación

Para Lamas, lograr la equidad es lograr la igualdad con reconocimiento de las diferencias. Por lo tanto, una política que reconozca que mujeres y hombres son, al mismo tiempo, iguales y diferentes deberá colocar en el centro de la agenda política nacional los requerimientos del cuidado de los seres humanos.

La equidad de género, sostiene será, posible sólo cuando mujeres y hombres tengan igual responsabilidad en el cuidado de los dependientes, salarios equitativos por trabajos igualmente necesarios, similar tiempo de ocio y cuando la toma de decisiones políticas sea más igualitaria.

¿Como hacer para transformar el orden social?

Cambiar la vida cotidiana, recuperar el espacio público y las dinámicas política, diseñar políticas públicas, establecer sociedad Estado, esquemas laborales que permitan una conciliación familia-trabajo, propone.

Desde la perspectiva de género ir al fondo del problema de la desigualdad entre mujeres y hombres, encara la problemática de los efectos que produce la división sexual del trabajo, y aborda el entramado constituido por las tecnologías y mandatos de género.

En este repaso del estado del arte, con una amplia información que dan cuenta del proceso largo para erradicar las desigualdades y por supuesto la discriminación, Lamas reconoce que la diferencia sexual seguirá siendo un principio ordenador de la sociedad, en donde plantea una nueva forma de pensar la diferencia sexual y la igualdad socioeconómica y política.

Sostiene que se requieren cambios de diversas índoles para modificar pautas sociales y culturales tan arraigadas, ello, no se dará por decretos, ni leyes. No es posible, dice, obligar a los hombres a ocuparse de los hijos/as y a realizar trabajos domésticos y tal vez, tampoco deseable. Solo los cambios en la sociedad moverán las fronteras simbólicas entre lo publico y lo privado y desmantelando mandatos culturales.

Y acota: el neoliberalismo ya no da más de si. “Un país sin inversión en educación, salud e infraestructura no es competitivo” Se requiere la intervención estatal, de la afirmación de los derechos sociales y recuperación de un modelo de sociedad más cercano a lo que fue la idea de Estado social de los años 50 y 60.

Es lograr que la intervención estatal garantice servicios sociales elementales donde debe insertarse el debate de la agenda por venir, y exigir que los presupuestos gubernamentales se hagan con verdadera perspectiva de género.

La propuesta de los cuidados se perfila dice, como la más necesaria. La propuesta debe enriquecer no solo la idea de desarrollar cuidados públicos o la de hacer una ley de personas dependientes, sino con el desafió de repensar el lazo social ¿cómo imaginamos las formas del cuidado de niños, niñas, ancianos/as, personas enferma y discapacitados/as?.

¿Que tipo de vida queremos? ¿cómo queremos usar nuestros escasos tiempos sobre la tierra?, y concluye que fortalecer el lazo que nos vincula con los demás seres humanos.

En los “descuidos del cuidado” podemos leer a Lucia Pérez Fragoso, quien aborda las “Políticas laborales: insumos necesarios para su diseño”, Ana Escoto, con el “Contexto de la ciudad de México: una visión desde la población y los mercados laborales” a Edith Pacheco con “Segregación horizontal y vertical del trabajo en la Ciudad de México” y finalmente a Marta Ferreyra con “Prácticas de cuidados: algunas experiencias”.

Print Friendly, PDF & Email

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *