OPINIONES

Sólo para quienes aman a los animales

Yolanda Pardo

Un recuerdo para Shaq

El agradecimiento y el aprendizaje son dos aspectos que tenemos que tomar en cuenta de esos amigos fieles incondicionales y nobles que nunca nos guardan rencor, aunque descarguemos nuestro mal humor en ellos, no les hagamos el debido caso, los dejemos solos las dos semanas de vacaciones, se nos olvide darles de comer un día o hacerles una caricia furtiva. Es un compañero que conoce nuestras cualidades y nuestros defectos, nos quiere y no nos juzga.
No se entiende como hay gente sin escrúpulos que los maltrata con los más aberrantes castigos, si son seres pensantes y sintientes, forman parte de nuestro mundo, de la creación.
También hay humanos que los respetan, los quieren y los adoptan como miembros de la familia, conviven con ellos, están al pendiente de todas sus necesidades y estos animalitos lo agradecen con creces, tanto, que se tornan indispensables para la felicidad humana y la única tristeza que causan y sin querer, es cuando se enferman y peor aún, cuando les toca partir, y ese gran dolor, la sociedad no acaba de comprenderlo cabalmente y se tiene que esconder, llorar a solas y buscar a gente con la misma afinidad para procesar el duelo y sanar la pérdida de ese amigo incondicional.
Al dormirse nuestra mascota para no despertar más, le pregunté a Dios que a dónde se iban esas creaciones suyas, esperé un rato y no escuché su respuesta. Lo volví a inquirir, esperé más tiempo y tampoco recibí contestación. Pero, me vino a la mente esta conclusión: No se van a ninguna parte.
No, no se van a ninguna parte porque se quedan en tu corazón, en tus recuerdos, en sus enseñanzas, en sus travesuras, en sus alegrías, se quedan para siempre con su amo o con la familia que los acogió, porque su agradecimiento es tan enorme que trasciende su existencia corporal, física y aunque no los veamos, ahí están para seguir siendo los fieles guardianes.
Por su parte, el Papa Francisco ha afirmado que Dios tiene un lugar para ellos en el cielo, cuando mueren. Y hay otra teoría más, que ese ser a quien escogiste y te escogió como su familia, es la del poema del Puente del Arco Iris, cuyo autor es incierto.
Justo de este lado del cielo entre el paraíso y la tierra está ubicado el puente del Arco Iris, aquí vienen los animalitos que han sido especialmente amados en la tierra, es un hermoso lugar de valles y colinas en donde corren felices y con toda libertad, tienen suficiente agua y alimentos y un cálido cobijo al anochecer. Todos los animales que estuvieron enfermos en nuestro planeta o los que la edad ya no les permitió seguir en ella, recuperan su vigor y lo perdido y vuelven a tomar la mejor imagen con la que los recordamos.
Ahí son felices a excepción porque la añoranza los sigue cada día y no dejan de extrañar a esa persona especial que tenían en la tierra. Corren y juegan sin descanso, hasta que un buen día, sin más, uno de ellos se aleja de todos los demás y empieza a ver a un punto en particular, sin despegar la mirada, se vuelve loco de alegría, sus ojos brillan y corre, casi vuela para alcanzar a su amigo de la tierra, lo ha visto llegar, se abrazan y muestran su cariño de todas las maneras posibles. Se da cuenta que estuvo ausente en su vida, pero jamás salió de su corazón. Por fin juntos nuevamente cruzan el puente del Arco Iris y ya ninguna circunstancia los volverá a separar.
Por su parte, Daniela Camino, terapeuta y comunicadora telepática con animales, afirma, que ellos, al igual que nosotros, cuando fallecen, su esencia asciende a planos sutiles de existencia y que cuando se contacta con ellos telepáticamente tanto cuando están en su cuerpo físico y cuando han trascendido, es una experiencia muy similar. Siguen estando ahí, conscientes de sí mismos, pero en un espacio sutil y nuevo; con su viaje ganan un nuevo aprendizaje y recuperan una conciencia más amplia del sentido de su vida en la tierra y de su alma.
Para los animales la muerte es un proceso natural, asegura Daniela, si bien pueden reaccionar de formas distintas según su historia, conciencia y características particulares, trascender no les produce sufrimiento emocional, resistencia a dejar su cuerpo, dudas de lo desconocido, miedo al infierno y otros que pudieran tener los humanos. Hay elementos de apego a su familia o a su cuerpo, pero están más listos que nosotros para desprenderse de todo eso, porque los animales no pierden la conexión con su esencia a lo largo de su vida y viven en el presente. Saben quiénes son, no se pierden en conceptos y todo se refleja en el proceso de su muerte.
Sin embargo, aclara, si puede haber dolor, apego y sufrimiento si sus humanos no reaccionan en equilibrio frente a su muerte sino con miedo, rechazo, apego o negación.
Muchas veces, sostiene la comunicadora telepática, los animales deciden vivir largas y dolorosas enfermedades, esperando que su humano madure y esté listo para dejarlo ir o bien, justo lo contrario, deciden deshacerse de su mascota demasiado pronto, una eutanasia prematura, porque no soportan verlo sufrir. La clave está en conocer la diferencia entre depender de alguien o amarlo. Porque te amo, te dejo.
Sea como sea y a donde quiera que vayan, lo seguro es que seguirán viviendo en nuestro corazón, recordándolos con gratitud por todo el aprendizaje y el amor que de ellos recibimos y tanto la teoría del Puente del Arco Iris, como la afirmación del Papa Francisco como las comunicaciones de Daniela son muy alentadoras y nos ayudan a sobrellevar el duelo de la pérdida de esos hermosos “peludos” como algunos los llaman.

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