ARTE Y CULTURA

Artista alemán se apropia del MUAC y lo hace disfuncional

Ciudad de México l Inquietud e incomodidad experimenta el espectador ante los juegos de espacio, intimidad y disfuncionalidad que el artista alemán Gregor Schneider propone en Kindergarten, su primera exhibición en América Latina.
Las habitaciones originales de su casa en Alemania, un parque para niños y la evocación del hogar del ideólogo nazi Goebbels son trasladados a dos de las grandes salas del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), que antes recibió una avalancha de visitantes para admirar la obra de Anish Kapoor.
La efímera y deconstruida vivienda es acompañada de fotografías y videos, además de una pieza creada ex profeso para el MUAC, la cual remite a los juegos infantiles instalados en espacios públicos. La muestra de Schneider se inscribe en el Año Dual México-Alemania.
El artista incita a la vivencia, adelanta la curadora Virginia Roy. Bastante reconocido en su país natal, en su trabajo aborda la cuestión del espacio, lo privado e íntimo de la propia idiosincrasia alemana, de muchas maneras, con una cuestión de la nostalgia y la permanencia. Es muy interesante replantear el paralelismo con México.
Los proyectos de Gregor Scneider, pionero en el arte de los espacios construidos y esculturas arquitectónicas, han causado escándalo y provocado intensas discusiones, informa el Instituto Goethe, el cual colaboró en la realización de la muestra del artista más inquietante de la actualidad, quien realiza por primera vez en México sus complejos trabajos de apropiación del espacio.

Partes fragmentadas, amputadas

Nacido en 1969 en la pequeña localidad de Rheydt, cerca de Colonia, a los 16 años Schneider comenzó a experimentar con su casa familiar, ubicada en el número 12 de la calle Unterheydener. Durante 20 años reconstruyó, rehizo y transformó cada una de las habitaciones, hasta perder la memoria del espacio original.
Desmantelar y trasladar en 2001 las habitaciones hasta la Bienal de Venecia lo hizo ganador del León de Oro con el proyecto Haus u r (Casa u r), hasta ahora su obra más representativa que actualmente conduce al visitante a una dimensión inefable en ese recinto del Centro Cultural Universitario.
Siento que las habitaciones funcionan como partes fragmentadas, amputadas, de un cuerpo más grande, explica Roy en un recorrido por la exposición. Apunta que todo fue transportado hasta el museo: el techo, las luces, espejos, los suelos. El artista justamente busca que la arquitectura del museo desaparezca y se esté en el interior de un espacio que no se puede controlar, donde la distancia temporal desaparece.
Entre cuerpos inertes y el fulgor de pantallas, el espectador encuentra dispersas distintas puertas que permiten asomarse a la intimidad de las habitaciones, vulneradas y abiertas en un espacio público. El dormitorio, la ducha, el cuarto infantil y la cochera son invadidos en una invitación poco convencional.
Schneider hace de los espacios privados espacios comunes, fríos, anónimos, o también espacios intermedios, de conexión y desconexión, que participan de lo colectivo y a la vez de lo individual, informa el MUAC antes de penetrar al espacio del artista.
Incrustada en el gran salón de esta casa ambulante se encuentra también la casa donde vivió Goebbels, ministro de propaganda nazi, quien nació y creció en Rheydt. Cuando Schneider descubrió este edificio, a unos pasos de donde vivía, comenzó a obsesionarse, indica Virginia Roy.
Se preguntaba: ¿cómo era posible que un personaje de estas características hubiera nacido en su mismo pueblo?, ¿qué significa a escalas histórica y espacial? Compró la casa, la habitó e hizo diversas intervenciones.
Dos videos muestran al artista comiendo y durmiendo en esta vivienda, aunque en algún momento sintió volverse loco y que el espíritu nazi lo había poseído. Ante la gran incomodidad que le había causado, decidió abandonarla y destruirla. Sólo permanece la fachada, y los planos arquitectónicos están grabados en una memoria USB.
Parque, cuyo título original es Spielplatz, es un conjunto de piezas que semejan estructuras de juegos infantiles. Sin embargo, a pesar del colorido, algo en ellas les impide funcionar: una resbaladilla sin escaleras, un túnel sin salida, un arenero que contiene grandes rocas, un pasamanos demasiado alto o un sube y baja anclado son componentes de la instalación luminosa emplazada frente al gran ventanal que mira hacia el espejo de agua de ese espacio universitario.

Contradicción

Después de la Segunda Guerra Mundial, en Alemania se puso en marcha la iniciativa de renovar los espacios, algo común en la posguerra. Entonces, destacó la curadora, eso recuerda los parques de juegos de la infancia donde creció Schneider. Sin embargo, lo que expone el MUAC es un espacio disfuncional.
Destaca esta concepción moderna de que por un lado es un espacio de liberación, con espontaneidad, pero al mismo tiempo hay una normativa de cómo se tiene que jugar. Es contradictorio, síntoma de una sociedad controladora.
La intención del artista es donar la obra a México y aún se estudia el lugar en el que podría ubicarse. Mientras, la exhibición al público concluirá el 23 de julio en ese museo del Centro Cultural Universitario.
Al entrar al hogar de Schneider, dividido en dos salas en el MUAC, hay una parte siniestra o desconcertante, donde subyace un cuestionamiento sobre las sociedades de control. (Fuente: La Jornada)

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