AL SON DEL TEXTO

Al Son del Texto

Tina Rodríguez

A su peculiar estilo, luego de que le gustaron las portadas por meses, vuelve a escena el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, señalando que el nuevo modelo educativo es “una ruta clara de lo que se tiene que hacer para transformar de fondo la educación, una ruta que no permite concesiones políticas”.
¿Salvo para él?
Por varios medios de cadena nacional, Nuño presentó el llamado Modelo Educativo para la Educación Obligatoria, que no es otra que la básica, la que según esto necesitaba una transformación profunda y para ello era necesaria la participación de todos, lo cual se logró con este modelo.
¿La participación de todos?
En éste modelo no se tomó en cuenta al magisterio; tan es así que se dio una suspensión de clases tremenda de casi cuatro meses en el ciclo pasado y algunas semanas del presente, como para ignorarlo de la forma en que lo hace el funcionario, asegurando que
“El objetivo es uno solo, que la carrera profesional de los maestros se pueda hacer únicamente por su mérito”, en un evento realizado en Palacio Nacional, ante el presidente Enrique Peña Nieto.
Obvio es que se tienen que hacer escuelas incluyentes, esto es que las condiciones de género, discapacidad física, origen étnico y nacionalidad, sean vistas como cosa normal, no como obstáculo, sin discriminación.
El funcionario federal presentó los documentos que integran el modelo: Los Fines de la Educación para el Siglo XXI, El Nuevo Modelo Educativo y La Ruta para la Implementación del Nuevo Modelo Educativo, que consta de cinco pilares: El campo pedagógico, la transformación de los planteles educativos, la formación profesional de los maestros, la equidad e inclusión, y la nueva gobernanza educativa.
Sin embargo, el modelo debe enfrentar un problema político, que el mismo funcionario reconoció: si otras siglas llegan al poder en 2018, el modelo de referencia puede truncarse, y la otra: sus resultados podrán observarse hasta dentro de diez años mínimo.
En esto último sabemos que una nación no se define por sexenios sino por sus logros generacionales; en éste país, de siempre, se han instrumentado programas sexenales que para el otro aun sean buenos, se eliminan para que no le hagan sombra al presidente entrante.
¿Entonces si no hay certidumbre –lo dejó en claro Nuño al referirlo- de que el PRI gané en las federales del 2108, ¿Entonces para que invertir millonadas en los dos años que le quedan al sexenio en un modelo educativo que puede ser truncado?
Así las cosas, en estos gobiernos aventureros.

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