OPINIONES

Orar sana, confirma la ciencia

Yolanda Pardo

El ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha recurrido al poder de la oración para lograr lo que, con sus propios recursos, sería imposible alcanzar. Sus religiones y sus ancestros, se la han recomendado como recurso infalible para sus males físicos, mentales, emocionales y espirituales.
Oremos, solemos oír o decimos sólo nos queda rezar, cuando nos enteramos de un secuestro, un accidente, una cirugía delicada a algún ser querido, o que lo aqueja alguna enfermedad de las llamadas incurables, ante las injusticias o los peligros, e infinidad de situaciones en las que se requiere una ayuda extra, más allá de nuestras posibilidades humanas.
Ha sido un recurso infaltable en la vida de casi todos, que practicada con la fe suficiente, proporciona alivio, consuelo, abre puertas de posibilidades y logra su fin.
Sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo, las cosas espirituales, estaban muy distantes de ser compatibles con la ciencia, incluida, por supuesto y en primer lugar, la medicina, cuyos facultativos (muchos hasta la fecha) se mostraban totalmente renuentes a curas “milagrosas” que no fueran resultado de medicamentos, cirugías o tratamientos convencionales que para eso estudian un montón de años, en la facultad correspondiente, aprendiendo de gruesos libros, quitándole horas al sueño y al esparcimiento. Es también comprensible, ya que es una profesión de mucha responsabilidad, de desvelos y estresante.
Afortunadamente, cada vez que hay un descubrimiento, a raíz de una exhaustiva investigación sobre el tema, la ciencia confirma algunas dudas que los escépticos estudiosos negaban rotundamente so pena de ser calificados poco serios en sus profesiones de alcurnia.
Así la ciencia se acerca a pasos vertiginosos a la espiritualidad y es un gran alivio eliminar dualidades que sólo nos llevan a la confusión y ésta, a ningún lado.
Por ejemplo, recientemente, el investigador de la Universidad Thomas Jefferson, en Estados Unidos, Andrew Newberg, ha confirmado que la oración tendría el poder de curar cualquier dolencia que tengamos, después de comprobarlo en más de 40 mil casos.
A través de estudios de resonancias magnéticas, descubrió que la oración y la meditación, en conjunto, son realmente capaces de curar cualquier enfermedad.
Cuando empezamos a tomar el hábito de estas prácticas en nuestra vida y las llevamos a cabo de manera regular, el cerebro, aumenta enormemente su actividad en los lóbulos frontales, en el área del lenguaje, exactamente lo mismo que pasa cuando nos comunicamos con alguien.
Esto, dice el investigador Andrew Newberg, debe ser entendido como un esfuerzo mental extra que realizamos pero que a la vez nos beneficia grandemente ante las enfermedades y como nuestro propio cerebro comienza a tratarlas.
Esta es una de las técnicas más fáciles de curación que no requiere de esfuerzo físico ni estudios, sino comenzar con el hábito de orar en meditación. El propio investigador ha dado algunos consejos básicos, para tener éxito en esta práctica.
Primero, seleccionar algunos de los problemas que tenemos en nuestra mente y observarlos antes, durante y después de la meditación con oración, diariamente, al menos durante 10 minutos y a lo largo de 8 semanas. Así se consiguieron resultados positivos en la salud de los voluntarios objeto de este estudio.
Nuestro cerebro está creado, dice Newberg, para percibir ese tipo de experiencias especiales y extrasensoriales con suma facilidad, independientemente del tipo de oración que se eleve, de acuerdo con la religión que cada quien practique.
Otro estudio independiente y publicado en una revista especializada en las cuestiones del cáncer, sustenta que los pacientes que son más fuertes, tienen creencias espirituales muy arraigadas y que responden mejor al tratamiento, reduciendo los síntomas de la enfermedad más complicados.
Por su parte, investigaciones de Moffitt Cáncer Center de Florida, confirmaron también las investigaciones del doctor Newberg: la oración y la meditación contribuyen positivamente para la sanación física y mental de los pacientes aún si son incrédulos.
Diez minutos de nuestro tiempo durante 8 semanas, no es mucho tiempo ni esfuerzo y puede traer grandes beneficios para la salud. Hay una manera muy fácil para entrar a un estado alfa de meditación y es fijar la atención únicamente en la propia respiración. Inhalando de 4 a 8 segundos, reteniendo otro tanto y exhalando el mismo tiempo, así unas tres veces y empezar con la oración, petición o plegaria, visualizando los resultados de sanación.

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