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TU NOMBRE, TU VIBRACIÓN

Yolanda Pardo

En algunos estados de nuestro país han reformado la Ley del Registro Civil para evitar que afecten a niños con nombres peyorativos o denigrantes y específicamente en Sonora están prohibidos 61 apelativos entre ellos, Burgerking, Cacerolo, Cesárea, Masiosare, Anivdelarev, Escroto, Email, Virgen y Facebook, sobre todo para que cuando crezcan, no sean víctimas del bullying.
A propósito de estos cambios es momento para reflexionar sobre ese nombre que nos identificará durante nuestra actual existencia.
Parece broma y de hecho son motivo de risa, pero muchos padres, aún así les endosan esos apelativos a sus hijos, otros sin tomar en cuenta las características de sus hijos, seleccionan el más inadecuado, marcándolos para toda la vida y exponiéndolos a burlas que prácticamente acabarán con su autoestima. Recuerdo a una compañera de trabajo llamada Blanca y ella era muy morena, así todos le decían la contradicción.
Otras veces, las mamás en busca de un nombre original, les endilgan extranjerismos y de otras culturas que no concuerdan con sus apellidos autóctonos o españoles, haciendo una combinación más que ridícula.
Sin embargo y tal vez, todo esto en cierta forma no es lo más relevante, sino el que la mamá, quien es la única que puede elegir el nombre de sus hijos, manifestados por ellos mismos, mientras están en proceso de gestación, no “escucha” al bebé por nacer, y no le pone nombre que le corresponde, por compromisos contraídos con miembros de la familia, causándole un gran perjuicio a ese nuevo ser.
Muchos casos de frustración, bloqueos psicológicos y anomalías en el carácter se producen porque el ego lucha contra una vibración enemiga a la suya, que le produce el nombre que por deferencia a una tía o tío, abuela o abuelo, padrino o madrina le han endilgado para toda la vida.
¿Disconforme con su nombre? Cámbielo, no es el que le corresponde por derecho de conciencia. Los trámites pueden ser muy engorrosos y complicados, en cuestiones legales. Si se les dificulta, lo menos que pueden hacer es pedirles a familiares y amigos que lo llamen con el nombre con el que más vibren.
Maestros espirituales explican que cuando estamos en el vientre materno, inspiramos a nuestra progenitora el nombre que debemos llevar en nuestra actual existencia, pero si ella ignora esa voz interior porque prefiere el nombre que está de moda o porque tiene compromisos con su propia madre, con los abuelos, padrinos o demás familiares, no estaremos vibrando a la frecuencia que nos corresponde y la armonía no será perfecta.
Investigue su nombre, busque su significado. Si no está conforme con él, insisto, cámbielo, porque de lo contrario estará llevando una etiqueta falsa. Es su legítimo derecho y propiedad. Sentirá una gran liberación y una transformación instantánea cuando se reinstale en su propio plano.
Se irá el mal humor, temores infundados, timidez, sensaciones de limitación y complejos de inferioridad, porque la vibración ajena del nombre que carga, que escucha, que firma y acepta por imposición contra su instinto, está en constante lucha contra la propia verdad.
Desde la obra de Oscar Wilde: La importancia de llamarse Ernesto hasta el poema de Jaime Sabines, Tu nombre, son testimonios irrefutables de la relevancia del apelativo que llevaremos y con el que nos distinguirán desde el acta de nacimiento hasta la de defunción. Embarazadas, escuchen esa vocecita interior, son sus bebés que les están inspirando el nombre que les corresponde por derecho de conciencia y así serán hombres y mujeres más felices.
Sin lugar a dudas oirán decir más a menudo: “qué lindo nombre, tu nombre” y lo mejor de todo, será creíble y sentido porque es con el que están vibrando en armonía.

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