OPINIONES

Cristal de Roca

Cecilia Lavalle*

¿Qué sigue?

El escándalo es mayúsculo. Los gobernadores de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo son noticia local, nacional e internacional, no sólo por señalamientos que implican actos de corrupción sino por el blindaje transexenal que se han procurado con la complicidad de diputadas y diputados que han aprobado en tiempo récord, lo mismo cuentas públicas que nuevas instituciones que nombramientos de funcionarios a modo. ¿Qué sigue?
Nunca como ahora amplios grupos sociales organizados o desorganizados, en la calle o en las redes sociales, exigen castigo a gobernantes corruptos, y un dique puntual y preciso a la corrupción.
Al parecer hemos pasado del “ni modo” al “basta ya”, de “la corrupción somos todos” al “urge poner remedio”. Las iniciativas de la #Ley3de3 y del Sistema Nacional Anticorrupción son una prueba. Todo indica que la frontera de lo inaceptable se ha cruzado.
Y nos parece inaceptable la corrupción en diferentes niveles de gobierno.
Nos parece inaceptable que gobernantes y legisladores utilicen y reformen la ley para garantizarse impunidad.
Nos parece inaceptable que muchos legisladores y legisladoras sean comparsa de trámite, y que muchos funcionarios estén dispuestos a participar sin pudor en semejante comparsa.
¿Qué sigue?
La endeble democracia con la que se ha buscado garantizar el voto libre y secreto, se topa a cada tramo con viejas o nuevas trampas, con autoridades electorales a modo, con la cooptación por la buena o por la mala de amplios grupos, con la pobreza administrada para domesticar conciencias.
La endeble democracia se rompe en pedazos en la división de poderes de las entidades. De qué democracia hablamos si quien preside el Poder Ejecutivo preside también, en los hechos, el Poder Legislativo y el Poder Judicial.
De qué democracia hablamos si no existen contrapesos, porque las instituciones creadas para ello son encabezadas por personas subordinadas a quien preside el Poder Ejecutivo.
De qué democracia hablamos si la ciudadanía carece de medios legales confiables para exigir una mínima rendición de cuentas o para que su voz tenga peso en las decisiones de quienes dicen ser sus representantes.
De qué democracia hablamos si la libertad de expresión se topa con un mínimo de medios independientes del Poder Ejecutivo, un mínimo de voces críticas, y un máximo de intimidación, amenazas, trolls, agresiones y distintas violencias
¿Qué sigue? En argot futbolero diría que la respuesta depende de dónde se encuentre el balón.
La ciudadanía se manifiesta, protesta, intenta caminos legales, pero ya se topó con pared. Así que ha exigido la intervención del gobierno federal. En Quintana Roo incluso se ha pedido al Senado la desaparición de poderes. De manera que el balón está en la cancha del gobierno federal, aunque ninguna autoridad parece darse cuenta.
Pero también está en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, partido al que pertenecen todos los gobernantes que son cuestionados ahora y todas las mayorías legislativas que han aprobado en cada Congreso estatal los blindajes.
La corrupción y la impunidad implican decisiones que se toman por acción o por omisión.
En las próximas semanas veremos qué hacen, el gobierno federal y el PRI con el balón. Porque lo que decidan -y ya se tardaron- tendrá un impacto profundo en las elecciones del 2018 y, sobre todo, en la viabilidad de una democracia medianamente decente en nuestro país.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

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