OPINIONES

Desde la Luna de Valencia

Maldito acuerdo

Teresa Mollá Castells*

No entiendo de leyes. Pero me parece que si se ratifica este acuerdo de expulsión de personas refugiadas a Turquía, como ciudadanía europea debemos sentir profunda vergüenza de haber contribuido a la expulsión de tanta gente que sufre.
Siento una profunda tristeza ante la posibilidad de que esto ocurra, y no dejan de venirme a la mente imágenes de los trenes en los que viajaban a los campos de exterminio nazi tantas personas hacinadas a las que el régimen condenó por no ser de raza aria.
Estamos a las puertas de destruir todo lo que se ha construido precisamente para evitar que aquellas imágenes se repitieran. Estamos en ciernes de reproducir un tremendo error histórico con tantas y tantas personas que huyen de la guerra y el hambre.
Miramos a otro lado porque están lejos y son diferentes.
Sobre las cabezas y los corazones de quienes apoyen este acuerdo caerá la vergüenza histórica de haber destruido los pilares morales y legales de una pretendida Unión Europea (UE) para las personas y no sólo para los movimientos de capitales.
Me encuentro desorientada y muy triste ante el espectáculo que damos la ciudadanía europea ante estas personas refugiadas. Como ciudadana de un Estado miembro de la UE, no me siento en absoluto representada por nadie de quienes están en situación de ratificar ese maldito acuerdo que pretende vulnerar los Derechos Humanos (DH) de tantas personas, condenándolas a vivir en un país que no reconoce ni respeta los DH y mucho menos los derechos de las mujeres y las niñas.
Me siento terriblemente mal esta mañana al ser consciente de que en menos de una semana es posible que dé comienzo un éxodo que condenará a tanta gente a campos de concentración en el que se van a violar todos sus derechos, y en los que su futuro va a verse absolutamente truncado.
En donde las niñas van a carecer de futuro y se convertirán en carne de cañón de desaprensivos depredadores sexuales que las violarán o las secuestrarán con fines de explotación sexual. Y sí, aunque parezca una exageración, estoy convencida de que ocurrirá, si no está ocurriendo ya.
Siento rabia e impotencia ante la posibilidad de que se ratifique este maldito acuerdo de expulsión de seres humanos de territorio europeo a un lugar inseguro. Siento la necesidad de gritarles y de escupirles a la cara que no pueden mercadear con tantas vidas humanas.
Que no pueden esconderse detrás de un Estado como Turquía al que no aceptan en el club europeo, precisamente por su falta de respeto a los DH y especialmente por su falta de respeto hacia los DH de mujeres y niñas.
Gritarles que no son omnipotentes y que sobre sus conciencias caerá todo el dolor que están provocando con sus demoras en tomar decisiones y cuando las toman son para condenar a tantas personas, especialmente mujeres y niñas, a una vida de dolor y sin esperanzas. A una vida en la que la felicidad pueda llegar a ser un espejismo, una quimera.
Me enfurece mucho lo que está ocurriendo. Esta mañana leyendo a Mar Esquembre llegaron a saltárseme las lágrimas de tristeza e impotencia. De ahí que haya necesitado escribir.
Sí, hoy no “tocaba”, pero lo necesité como terapia para expresar mi profundo dolor, tristeza y rabia ante las decisiones equivocadas que se están tomando y que afectan a las vidas de tantísimas personas. Personas a quienes están dejando huérfanas de esperanzas e ilusiones.
Sé que mis palabras sólo expresan sentimientos, mis propios sentimientos ante la posibilidad de la ratificación de este infame acuerdo.
Pero la crueldad con la que van a seguir siendo tratadas tantas personas como consecuencia de las decisiones de quienes no conocen ni el hambre, ni el sufrimiento, ni las violencias de todo tipo que está sufriendo tanta gente, me provoca sensaciones muy violentas. Y no sé qué hacer más allá de escribir y rebelarme desde el fondo de mi alma contra tanta injusticia.
No sé… Habrá de pedir muchas explicaciones y exigir que se pare esta locura infame y cruel. Habrá, como dice Mar en su artículo, que volver a movilizarnos para intentar parar esta nueva aberración histórica que hace saltar por los aires la confianza en las instituciones europeas.
Hoy, desde el profundo dolor y tristeza.
*Corresponsal en España. Comunicadora de Ontinyent.

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