OPINIONES

La generación parteaguas

Yolanda Pardo

Entre las mujeres abnegadas y las feministas radicales, surgió una nueva generación, una nueva apuesta para la sociedad, encabezada por mujeres guerreras, valerosas que no descartan al hombre en sus vidas, que no lo quieren ni adelante ni detrás de ellas, sino a su lado, compartiendo éxitos y fracasos, ayudándose mutuamente y respetando su tiempo y su espacio para su realización personal.
Es la generación que si tuvo padres muy estrictos que raramente dejaban realizarse como profesionales a las hijas, pero se desvivían porque sus hijos varones tuvieran una carrera universitaria. Muchas de ellas, cuando se les preguntaba qué estaban estudiando, respondían MMS (mientras me caso) porque desgraciadamente ese era el objetivo principal de su existencia y así lo habían vivido en sus familias.
A veces publican como una verdadera reliquia las reglas de una esposa perfecta de los años 30, 40 o 50 del siglo pasado, con las que no se sabe si reír o llorar, en donde el hombre era considerado como rey y tenía su corona, finalmente el era el único proveedor para el sustento de la numerosa familia y habría que respetarlo y cuidarlo, al grado que cuando llegara del trabajo, los niños pequeños deberían ya estar dormidos, la cena caliente, lista para servirse y su bata y pantuflas acomodadas en su sillón favorito para que descansara de la ardua jornada -como si la esposa se hubiera pasado el día con los brazos cruzados- y si llegaba extenuado, -vaya usted a saber por qué- su amante y abnegada esposa, después de quitarle sus zapatos, le daba un relajante masaje a sus cansados pies. Tal vez por eso los divorcios eran escasos, hasta que la mujer cansada pero sólo cuando los hijos ya habían abandonado la casa paterna-materna, decidía pedirlo.
El hombre podía hacer todo lo que se le antojaba fuera de su casa, total, la esposa nunca se iba a enterar, trabajando como negra, todo el día en su hogar. El paraíso para machos, pero no hay mal que dure 100 años ni quien lo resista.
Llegaron las feministas liberadoras, ¡qué escándalo! A revolucionar y desestabilizar la moralina establecida y muchos temblaron, otros radicalizaron sus posturas que deben ser los ancestros de los que aún hoy en día, aunque afortunadamente ya sean los menos, entienden al machismo y a la misoginia como sinónimos de hombría y se atreven a maltratar y golpear a sus mujeres.
Esas feministas radicales, no lograron mucho, aunque un poco de conciencia si crearon, lo más, fue darles facilidades al género masculino para ya no sentirse culpables si iban perdiendo la caballerosidad, los buenos modales y hasta su papel de proveedores, que tanto orgullo les daba, empezó a escasear. Ya no ofrecían los asientos a las damas, cuando alguna mujer les reclamaba, decían: “caballeros si hay, lo que no hay, son asientos”, ni les recorrían las sillas, ni les abrían las puertas (dije puertas) y hasta mandaban a sus mujeres casi por obligación a trabajar fuera de casa, para ayudar a los gastos familiares, pero claro, sin restarles ni un ápice a las labores “propias de su sexo”.
Pero la nueva generación de mujeres que se habían atrevido a desafiar los cánones impuestos y que contra viento y marea decidieron seguir estudiando hasta obtener un título universitario y también otras menos privilegiadas que como pudieron se independizaron, fueron las pioneras de los privilegios que nos delegaron y que gozamos la mayoría de las mujeres actualmente.
Ahora las mujeres se casan, o van a vivir con su pareja, pero siguen ejerciendo su profesión o trabajando en lo que les gusta, fuera de las labores habituales del hogar, en las que su compañero ayuda o si o si, compartiendo gastos y ganancias. Si deciden tener hijos, ambos los cuidan, de acuerdo con sus horarios, necesidades y habilidades. Los hijos de mami, cambiaron por esposos responsables y cooperativos, como siempre debió ser.
Aún hay reminiscencias de ese acérrimo machismo, pero se puede erradicar totalmente, si nos lo proponemos. Sólo piensen mujeres en esa generación parteaguas valiente y desafiante que se atrevió a romper moldes para que todas las demás generaciones, tuvieran una vida plena de satisfacciones en todos sentidos. Ellas abrieron el camino, y como agradecimiento y a manera de homenaje, ahora les corresponde mantenerlo libre, de obstáculos, para poder transitar libremente por el y seguir abriendo nuevos senderos para que la igualdad de género, en todo lo que sea posible, conveniente y deseable se convierta en una contundente realidad.

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